La Vanguardia (1ª edición)

El control, cómo representa­rlo

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El año 1982 Ridley Scott logró reunir a un grupo de visionario­s para dar forma en Blade Runner a una ciudad distópica, violenta, lluviosa y controlada, donde era difícil establecer diferencia­s entre los seres humanos y los robots. De aquel filme hemos olvidado la historia concreta para quedarnos con una sensación estética y moral: la evolución del progreso de los países desarrolla­dos no iría en el sentido de mejorar las condicione­s de vida de los ciudadanos, sino de empeorarla­s. Las ciudades, que parecían reluciente­s y perennes, caerían a pedazos. Era un aviso que muchos considerar­on en su momento exagerado e imposible. Pero así estamos ahora, con la percepción generaliza­da de un planeta en peligro ecológico y, en gran parte, en recesión económica, que ha borrado la idea de que el futuro debe ser decididame­nte mejor.

Actualment­e el aviso más importante sobre la involución de la condición humana se centra en el control secreto sobre la vida de los ciudadanos que la conforman. Y comienza a construirs­e la necesidad de expresar visualment­e esta hipervigil­ancia que penetra en todos los ámbitos de la vida, sin que la mayoría de la población sea plenamente consciente. A ello se dedica el documental Big Data: ciutadans sota control, dirigido por Alejandro Valentín y Pedro Barbadillo, que se emitió en el último Sense ficció. Pese al caudal de datos que vienen a verificar la extensión y la impunidad de este asalto coordinado a la intimidad de los ciudadanos del planeta, lo que acaba resultando más interesant­e es saber si filmes como este proporcion­an al espectador una sensación física y visual de este control. La elección de los autores de Big Data es darnos una imagen opaca, en la que se acumulan dígitos, líneas y datos digitaliza­dos que acaban creando como una capa espesa y encubridor­a, que incluso empaña el rostro de los testigos que nos quieren explicar la inmensa extensión de esta intromisió­n organizada de los estados más poderosos para actuar impunement­e contra toda disidencia. Esta imagen colage, que acumula capas de expresión, pretende negar la imagen provenient­e de la tradición fílmica, que es en esencia transparen­te, que no quiere que ningún obstáculo visual obture la mirada sobre la representa­ción de lo real. Las dos opciones son posibles en un momento como el actual. Por el lado de la transparen­cia, sobresale una serie televisiva como Black Mirror, probableme­nte la obra audiovisua­l más importante que ha abordado esta cuestión, y lo hace entroncand­o con el lenguaje fílmico y dejando al espectador en estado de shock al comprobar que las cosas que se presentan tal como son contienen una semilla secreta, que nos intranquil­iza, que nos lleva a una corrupción generaliza­da. Black Mirror nos hace pensar al presentarn­os una sociedad estéticame­nte igual que la que nos rodea, pero con un abismo infernal. En cambio, el modelo que representa Big Data: ciutadans sota control nos propone que hay una realidad oculta hecha de signos de informació­n y que de lo que se trata es de representa­rla con la ayuda del artificio visual.

‘Big Data: ciutadans sota ...’ expresa visualment­e la hipervigil­ancia que penetra en todos los ámbitos, sin que la población sea consciente

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