El TNC retoma el Lliure de Rigola y revienta precios
El abono de los 16 montajes de la temporada, a 99 y 69 euros
Revolución casi copernicana en el Teatre Nacional de Catalunya. Revolución, primero, en los precios, porque se podrán ver las 16 obras de la próxima temporada por sólo 99 euros –a 6,2 euros el espectáculo– o, aún menos, por 69 euros –a 4,3 por obra– para los menores de 35 años. Y por si a alguien no le fueran bien esas asombrosas tarifas planas, además hay packs familiares para dos espectáculos a elegir a sólo seis euros la entrada. El resto de los teatros de la ciudad están anonadados ante esta atrevida política de precios que pretende llenar un teatro que este año ha tenido una ocupación de un 58%, y ahora está por ver cómo reaccionan. Pero además de la revolución de los precios, y sin introducir cambios enormes en los ingredientes, la programación de la nueva temporada que ayer presentó el director del teatro, Xavier Albertí, tiene un aire indudablemente distinto al de sus dos primeros años al frente del TNC. Es una programación rejuvenecida y fresca en cuya confección parece haberse sentido mucho más libre, con menos ataduras y tótems que respetar, y que representa, finalmente, que el Teatre Nacional sea el que retome si ya no el espíritu por lo menos buena parte de los nombres de lo que fue el Teatre Lliure que Àlex Rigola dirigió durante ocho años, hasta el 2011, y del que Albertí formó parte.
El desfile en el TNC durante la próxima temporada de nombres que fueron habituales del proyecto de Rigola es muy vistoso: Carles Santos –que va a destruir su propio piano en escena en Patetisme il ·lustrat–, David Selvas y Julio Manrique –que van a ser respectivamente director y protagonista de un contemporáneo Don Joan de Molière–, Pau Miró –que va a tomar la Sala Gran con Victòria, una histo- ria de amor y lucha durante el franquismo protagonizada nada menos que por Emma Vilarasau, Pere Arquillué, Mercè Arànega y Jordi Boixaderas–, Carlota Subirós –que dará una mirada de hoy a la Maria Rosa de Àngel Guimerà– y el propio Albertí, que se enfrentarà a un clásico de Arthur Schnitzler, El professor Bernhardi. Además, claro, del mismísimo Rigola, que, lo que son las cosas, se va a medir en el TNC, y además en la siempre difícil Sala Gran, con un monumento teatral como El público de Lorca, cuyo poderoso estreno lo realizó justamente en los años ochenta el actual director del Teatre Lliure, Lluís Pasqual.
Por supuesto, en la programación del TNC, que sigue siendo numéricamente reducida debido a los recortes realizados por la Generalitat –si hace no tantos años podía haber 25 espectáculos por temporada, ahora hay 16– hay más propuestas la próxima temporada, en la que Albertí también muestra mayor libertad para atraer al gran público: Àngel Llàcer y Manu Guix van a transformar en un gran musical con sonido de Cole Porter el Molt soroll per no res de Shakespeare, que abrirá la Sala Gran el próximo 15 de octubre y que previamente habrá inaugurado el festival Temporada Alta de Girona. Un montaje que contará en escena con Lloll Bertran, David Verdaguer, Victòria Pagès o el propio Llàcer.
Habrá más sorpresas, como el reparto de Només som dones, el testimonio de mujeres que sufrieron el franquismo que dirige Carme Portaceli con la bailarina Sol Picó, la cantante Maika Makovski y la actriz Míriam Iscla en escena. Testimonios de mujeres que volverán al TNC con Nadia, la historia de la joven afgana Nadia Ghulam contada por ella misma. Claro que para sorpresa en escena, ver a Rossy de Palma en el TNC con Daurrodó, del gran Joan Baixas, el autor de obras como Mori el Merma, aquel clásico con máscaras y grandes títeres diseñados por Joan Miró. Baixas se ha vuelto a asociar a un importante artista contemporáneo, el brasileño Cildo Meireles –se han conocido por mediación de Vicente Todolí– y la expectación está servida.
Àngel Llàcer convierte en musical ‘Molt soroll per no res’ y Rossy de Palma actúa en una obra de Joan Baixas