Monstruos descomunales
Director: Colin Trevorrow Intérpretes: Chris Pratt, Bryce Dallas Howard, Vincent D’Onofrio, Omar Sy Producción: EE.UU., 2015. Duración: 124 minutos. Aventuras. Hace 22 años, Parque Jurásico abrió las puertas de la dinomanía, dio un paso de gigante en la evolución de los efectos especiales y, de paso, reformuló las esencias más puras del cine de aventuras clásico, la gran especialidad de Steven Spielberg.
Casi tres lustros después de la tercera entrega, la saga resucita con fuerza descomunal mirando, y no de reojo precisamente, al títu- lo fundador. El esquema de Jurassic world es el mismo de Parque jurásico, a la que se rinde tributo a lo largo del metraje, incluso visitando las ruinas de su decorado, pero los guionistas han tenido el acierto de poner la premisa al día. Ahora, el parque de marras es una mezcla de museo de la ciencia e inmenso zoo, donde, para no perder público, se incorporan periódicamente nuevas atracciones con la creación en los laboratorios de nuevas especies de dinosaurios.
Apetecía comprobar cómo se movería el director Colin Trevorrow en su segundo largometraje, teniendo en cuenta que el primero, la imaginativa Seguridad no garantizada, era el colmo del low cost.
Felizmente, su trabajo es óptimo: talento a espuertas para la composición del plano, para la acción (limpia y tersa, todo a la vista con claridad, sin asomo del montaje confuso que hoy prolifera), para la tensión y para el humor, que abunda: el excelente gag del inicio (la pata del pajarillo), la referencia a la camiseta de Parque jurásico, etcétera. Y con highlights que valen un potosí, como el del ataque de las aves, un pedazo de cine-cine que iguala, si no mejora (los efectos son prodigiosos) Los pájaros de Hitchcock.
Tan brillante es su puesta en escena que el malpensado que todos llevamos dentro sospecha de la autoría real: ¿Trevorrow o Spielberg? O tal vez Trevorrow imitando con maestría a Spielberg.
En cualquier caso, lo que aquí se nos ofrece es genuino y legítimo cine de aventuras fantásticas, cuya comunión con el gran público es, como lo fueron los dos primeros títulos dirigidos por Spielberg, de una eficacia total.