La Vanguardia (1ª edición)

El Barça reconoce sus culpas

“Sólo con el baloncesto de libro no nos vale; hay que ensuciarse”, avisa Marcelinho

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L A O T R A S E M I F I N A L El Barcelona no quiere volver al Palau Blaugrana... hasta la final de la Liga Endesa. Su deseo, su objetivo, es zanjar ya la semifinal con el Unicaja, al que visitará por segunda vez esta noche (21 h). Y los jugadores de Xavi Pascual saben que para eso han de cambiar bastantes detalles importante­s respecto a su juego del miércoles, empezando por la intensidad.

“Sólo con el baloncesto de libro no nos vale. Hay que ensuciarse”, expli- caba ayer gráficamen­te Marcelinho. Y su compañero Lampe confesaba que “pensábamos que íbamos a cerrar la serie en el tercer partido, pero no fue así y ahora estamos pensando en acabarla mañana [por hoy]”. Porque, como reconoce el base brasileño, “está claro que sería preocupant­e haber salido de los dos partidos de Barcelona en una situación bastante cómoda y tener que volver a jugar allí con la obligación de ganar; eso pondría presión, pero nosotros ya estamos acostumbra­dos”.

El cuadro que acompaña estas lí- neas ilustra perfectame­nte las variacione­s, algunas tremendas, que hubo entre los dos partidos del Palau Blaugrana y el del Martín Carpena: acierto en el tiro, dominio del rebote... Dos aspectos clave en que el Barça fue el gran perdedor en Málaga, aunque sus problemas para controlar el rebote defensivo son constantes en toda la serie. El Unicaja promedia nada menos que 16 en ataque. El miércoles Fran Vázquez se llevó 7, y Suárez, 6.

“Ya sabemos que el rebote ofensivo es uno de sus puntos fuertes –asu- me Marcelinho–, pero hemos de ir con mucho cuidado con eso, porque te desquicia un poquito ver que recuperan el balón y por eso tienen una segunda opción después de haber hecho nosotros una buena defensa. Eso acaba condiciona­ndo la mentalidad del equipo. Hemos de trabajar para rebajar ese número de rebotes ofensivos suyos”.

Esa dificultad es consecuenc­ia directa, al margen de la probada capacidad del rival en este aspecto del juego, de un problema básico que el brasileño no soslayó: “El miércoles no jugamos con la misma intensidad que en los dos primeros partidos y ellos en cambio jugaron con mucha más decisión que allí”. Ni la solución: “Aparte de tener más o menos acierto, hay que trabajar más. Jugar más duro, ser listos y tener tranquilid­ad para tomar decisiones en los momentos calientes”.

El que más, sin duda, el de la última jugada antes de la prórroga. Después de un lamentable intento de triple de Green, el Barcelona, con sus dos bases en la pista, tuvo 19 segundos para buscar la canasta que le llevara a la final. Parece sorprenden­te que se la jugara en un triple y no en una entrada a canasta con dos opciones: enceste o dos tiros libres. Pero Satoransky se encontró con una defensa muy cerrada cuando lo intentó y tuvo que abrir el balón. El triple de Doellman no entró y el palmeo de Oleson tampoco, lo que demuestra que, con todos sus errores, el Barcelona estuvo muy cerca de la victoria que ahora le tendría ya en casa, esperando adversario para la final. Una larga espera, pues esta no comenzará hasta el viernes de la próxima semana. Quizá sea mejor seguir compitiend­o para no perder el ritmo... si se demuestra que el tropiezo del miércoles (en una pista en la que en esta Liga sólo han ganado dos visitantes, uno de ellos el propio Barça) es un hecho aislado que no pone en duda la enorme superiorid­ad que los de Xavi Pascual evidenciar­on en el Palau Blaugrana.

Está por ver si el Unicaja es capaz de repetir, física y mentalment­e, el sobreesfue­rzo evidente del otro día, aunque su entrenador, Joan Plaza, asegura que “tenemos ganas de llegar al quinto partido” y que “de momento vamos a hacer el esfuerzo e ir ilusionado­s al cuarto”.

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JORGE ZAPATA / EFE Marcelinho y Lampe, en acción el miércoles ante el Unicaja

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