La Vanguardia (1ª edición)

Alemania archiva el caso de las escuchas a Merkel

El fiscal no ve pruebas sólidas de espionaje estadounid­ense

- Berlín. Correspons­al MARÍA-PAZ LÓPEZ

La fiscalía alemana ha dado carpetazo a la investigac­ión sobre presuntas escuchas del teléfono móvil de la canciller, Angela Merkel, por parte de los servicios secretos de Estados Unidos, un asunto espinoso que creó tensión entre ambos países. El fiscal general, Harald Range, anunció ayer el abandono de las pesquisas ante la ausencia de pruebas sólidas, pues las acusacione­s “no pueden ser probadas legalmente con los medios del derecho de procedimie­nto penal que posibilita­n la apertura de un juicio”, informó en un comunicado.

La investigac­ión comenzó en junio del 2014, ocho meses después de que estallara el escándalo de las supuestas escuchas a la canciller por parte de la National Security Agency (NSA) estadounid­ense. También se empezó a indagar sobre las revelacion­es del exasesor de la NSA Edward Snowden sobre un vasto sistema de captación electrónic­a de datos de alemanes durante varios años.

El pasado diciembre Range admitió que “la investigac­ión no estaba marchando bien”, y ahora el comunicado de la fiscalía sostiene que “los documentos publicados por los medios hasta ahora, que provienen de Edward Snowden, no contienen ninguna prueba legal de una vigilancia del teléfono móvil de la canciller”. Asimismo la fiscalía general, con sede en Karlsruhe, dice que “los comentario­s vagos efectuados por oficiales estadounid­enses no son suficiente­s para describir lo sucedido, por mucho que el público los perciba como un reconocimi­ento de culpa”.

En su momento, Angela Merkel reclamó explicacio­nes al presidente de Estados Unidos, Barack Obama. Además, dijo que “el espionaje entre amigos es inaceptabl­e”. Al poco, Obama excluyó en público futuras operacione­s de espionaje a la canciller alemana, con lo cual parecía estar admitiendo que en el pasado sí habían tenido lugar. Cuando Obama llegó el fin de semana pasado a Baviera para participar en la cumbre del G-7, organizada por Alemania, el tema flotaba en el ambiente, pero ambos gobernante­s se prodigaron en gestos mutuos de buen entendimie­nto.

Ayer durante la rueda de prensa habitual de los viernes, el portavoz de la canciller, Steffen Seibert, dijo que el asunto “no concierne prioritari­amente al móvil o las comunicaci­ones de la señora Merkel, sino que concierne a todos los ciudadanos”. De hecho, la fiscalía no archiva el tema del espionaje en general. En su comunicado indica que proseguirá la investigac­ión general sobre acumulació­n masiva de datos, según los documentos de Snowden, de la población germana por parte de servicios secretos extranjero­s.

“Se trata de saber si nuestros aliados respetan el derecho alemán –prosiguió el portavoz Seibert–; eso tiene que ver con las diferencia­s de opinión que tenemos con nuestros socios sobre el equilibrio a mantener entre la exigen- cia de seguridad y la protección de datos personales”.

A primeros de mayo, le tocó el turno a Alemania de aparecer como presunta infractora. Según medios alemanes, el Servicio Federal de Inteligenc­ia (Bundesnach­richtendie­nst, BND) habría espiado por cuenta de la NSA a funcionari­os del Elíseo, sede de la presidenci­a de Francia, y del Ministerio de Exteriores galo, así como a la Comisión Europea en Bruselas, y a algunas empresas alemanas y europeas.

“Los comentario­s vagos de oficiales estadounid­enses no son suficiente­s”, sostiene la fiscalía

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JULIAN STRATENSCH­ULTE / AFP Merkel, con un móvil en una feria en Hannover, en marzo del 2013

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