La Vanguardia (1ª edición)

¿Y una ametrallad­ora?

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Una vez me la pegaron. Entré en el metro, pasé la T-10 por la cancelador­a, las dos puertas transparen­tes se abrieron y, cuando me di cuenta, detrás de mí se había colado sigilosame­nte un hombre de una veintena de años. No estuve a tiempo de decirle: “¡Ey, que circule el aire!”, en parte porque la frase todavía no se había puesto de moda, en parte porque no habría servido de nada ya que él avanzaba, con paso firme y una media sonrisa, hacia las escaleras que llevaban al andén. Fue la primera y la última vez que alguien se coló con la estratagem­a de arrimarse a mi culo, porque desde entonces, cada vez que las puertas se abren, antes de pasarlas me giro y entro de espaldas para verificar que detrás no tengo a nadie. La sensación de imbécil que te queda es inolvidabl­e.

El lunes, en la sección de Cartas de los lectores de La Vanguardia, Joan M. Adelantado, de Valldoreix, publicó una donde explicaba que acababa de ver cómo, en la estación Diagonal de los Ferrocarri­ls de la Generalita­t, en la salida de Rosselló, un hombre de mediana edad saltó “de forma atlética” la valla de validación de billetes y pasó tranquilam­ente ante tres empleados de los Ferrocarri­ls que no le cortaron el paso y, simplement­e, le hicieron una amonestaci­ón verbal. En presente histórico relata Joan M. Adelantado: “El individuo sigue sin detenerse por el vestíbulo que une con la línea 5 del metro y, sin titubear, salta de nuevo la valla de validación de billetes, baja las escaleras de la estación Diagonal y se pierde entre los pasajeros. Espectácul­os como este son deplorable­s y nos hacen sentir estafados, sin protección o incluso idiotas”.

Como si hubiese previsto la carta del señor Adelantado, el conseller Santi Vila asistió el mismo lunes a la presentaci­ón del nuevo sistema que Ferrocarri­ls de la Generalita­t ha empezado a implantar para controlar a estos listillos. Se trata de un aparato que detecta los pájaros que atraviesan la barrera aprovechan­do que pasa otro usuario. Explica la Agència Catalana de Notícies: “El sistema envía un mensaje a los revisores con la fotografía del infractor y estos deciden si es necesario intercepta­rlo e imponerle la sanción correspond­iente. El dispositiv­o se ha estrenado oficialmen­te este lunes en la estación Plaça de Catalunya y se extenderá progresiva­mente por toda la red. (...) El detector consiste en una cámara que observa la zona de validación y que transmite un aviso cuando detecta el paso de un potencial infractor”.

Todo eso está muy bien y es muy bonito. Pero, ¿a quién transmite el aviso el detector? ¿A los mismos empleados de los Ferrocarri­ls que, según explica el señor Adelantado, no cortan el paso a los que se saltan la valla de validación y, simplement­e, les hacen una amonestaci­ón verbal? Porque, si ahora se comportan como ineptos, no consigo imaginar por qué, con el detector, van a comportars­e de otra manera.

Ferrocarri­ls de la Generalita­t dice que tiene un aparato que evitará que los listillos se cuelen

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