Vacunas y autonomía

Estamos viviendo estos días un intenso debate sobre el tema de la obligatoriedad de la vacunación en la infancia y el derecho a la libertad de decisión de los padres, basándose en el principio ético de la autonomía personal. Resulta sorprendente e incluso sospechoso que nadie comente que la autonomía en temas de salud se basa en los principios de la competencia y de la justicia, que podríamos resumir en que una persona tiene derecho a decidir en aquellos contenidos de los que tiene conocimiento cierto y que le afectan sólo a ella como sujeto individual, pero no en cuanto implican a otra u otras personas y menos aún si afectan al bien común.

Pero, a mi entender, lo más triste es que muchas de las decisiones que se toman en la actualidad se basan en sentencias de falsos líderes de opinión. Hipócrates cuatro siglos antes de Cristo ya predijo en su libro La ley que “el mundo se mueve por la ciencia y la opinión. La ciencia crea conocimiento y la opinión ignorancia”. Hoy en día existen numerosos personajes públicos que saben de todo y mucho o al menos así lo aparentan; tienen una influencia mediática muy importante, principalmente a través de ciertos medios de comunicación, y su opinión es tenida muy en cuenta por una parte importante de la población.

Pero lo que resulta aún más triste es que exista personal sanitario (médicos, matronas, enfermeras, técnicos) que ha olvidado el principio deontológico que exige que cuando se hable de temas relacionados con las respectivas áreas de conocimiento de la medicina se debe hacer desde la evidencia científica, no desde otras formas de pensar que pueden ser muy legítimas pero sólo a título personal. Si siguiéramos a Hipócrates y opinásemos menos, hay problemas que no se producirían.

JOSEP M. LAILLA VICENS

Barcelona