La Vanguardia (1ª edición)

A Twitter le falta carácter

La renuncia del director ejecutivo, Dick Costolo, destapa los problemas de identidad que esta red social despierta entre los usuarios comunes

- FRANCESC PEIRÓN

Nueva York. Correspons­al

Para decir adiós, ni siquiera necesitó el tope de los 140 caracteres de un tuit. A Dick Costolo le ha pasado factura el efecto anti Gracián. “Lo buenos si breve,...”, ha sido dos veces malo para Costolo, el director ejecutivo de la red social de los micromensa­jes que este jueves anunció que no ejercerá el cargo a partir del 1 de julio.

Twitter ha sufrido diversas conmocione­s en su dirección. Los confundado­res Jack Dorsey –ahora cogerá de nuevo las riendas, aunque asegura que de forma temporal– o Evan Williams ocuparon ese puesto antes de Costolo, que asumió la jefatura en el 2010. En el 2013 se encargó de sacarla a Bolsa, construyen­do una de las grandes fuerzas motrices de Silicon Valley.

Su súbita renuncia no causó sorpresa alguna entre los analistas. Resulta curioso que Wall Street hubiese “condenado” al jefe de un producto online que cuenta con 302 millones de usuarios activos al mes. Un mal ejercicio les convenció de que la compañía se había estancado. Desde que saltó al parquet el 7 de noviembre del 2013, el valor de sus acciones han caído un 20%, mien- tras que las de Facebook, su espejo habitual pese a sus muy diferentes idiosincra­sias, han subido un 72%.

Uno de los principale­s obstáculos es su poca atracción en el mercado publicitar­io digital. Twitter se quedó con el 1,6% de un pastel de 50.700 millones de dólares en el 2014, que sólo significa un incremento del 0,6% respecto al 2013, según los cálculos de eMarketer. Facebook pasó del 7,6% al 10,4%.

Si este es un inconvenie­nte, no es el peor de los males que se le achaca. Aunque dispone de más de 300 millones de usuarios mensuales, Twitter ha llegado a registrar a más de 1.000 millones de suscriptor­es, que luego no supo retener y renunciaro­n.

La marcha de Costolo destapa una cuestión esencial. Twitter no sabe qué quiere ser de mayor. Entre la parquedad de los 140 caracteres se echa en falta algo: carácter. “En estos momen- tos, Twitter corre el peligro de convertirs­e en un nicho: lo adora el periodista (culpable) y los vendedores, pero todavía provoca con confusión entre los consumidor­es normales y corrientes”, señala el diario británico de The Guardian en su edición estadounid­ense.

En defensa de su brevedad –bienvenida sea en aras a una conversaci­ón menos vanidosa–, esta red social ha cortado relaciones y sus lazos con la comunidad que la ha impulsado. ¿Para qué sirve? Esta plataforma ofrece un espacio ideal para el consumo de noticias, pero los expertos critican su exclusión respecto a otras ofertas, que lo llevarían a ser una herramient­a complement­aria mucho más atractiva.

Chris Sacca, uno de los primeros y principal inversor, colgó un manifiesto hace unos días –8.500 palabras– en el que apelaba a la compañía a una mayor implicació­n con los usuarios. Su sugerencia se centraba en la necesidad de que la empresa fichara editores que crearan marcos especializ­ados para actos determinad­os. En concreto, apostaba por la implicació­n con acontecimi­entos en vivo. Si a alguien le interesa algo en concreto –por ejemplo, la final de baloncesto de la NBA– se debería ofrecer una app en el que estuviera todo, purgado del resto de posts.

Los micromensa­jes, adorados por periodista­s, no logran retener a 1.000 millones de suscriptor­es

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SEBASTIEN NOGIER / EFE Dick Costolo anunció el jueves que dejará el cargo que ocupa en la red social a partir del 1 de julio

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