Discapacitados competentes
Empleados de Deloitte conviven por un día con las personas de la Fundació Estimia
Cinco personas hacen tareas de jardinería; como siempre, sólo que hoy les ayudan trabajadores de Deloitte. Han venido para aprender de ellos, de sus capacidades y competencias, a pesar de su discapacidad. Ayer, 30 personas muy capacitadas y competentes de Deloitte –conocida consultora internacional–, con currículums extensos, aprendieron de otras 30 personas miembros de la Fundació Estimia de Barcelona, cuyas limitaciones físicas y psíquicas no les suponen un impedimento para desarrollar tanto su conocimiento como sus capacidades y poder realizar distintas actividades.
En el taller de pintura se hace evidente que son personas capaces y competentes. En sus obras, algunas abstractas y otras llenas de color, se plasma con éxito un sentimiento y una personalidad que decora la habitación. Aunque algunos no pueden utilizar las manos, con la frente –o la boca– y un pincel les es suficiente para expresarse y desarrollar su creatividad. Y en esta ocasión tienen ayuda, algunos realizan obras conjuntas con los voluntarios de Deloitte, que les facilitan los materiales, y no se mueven de la mesa hasta que la persona esté satisfecha con la obra, ya que posteriormente se hace una selección de cuadros que aparecerán en estimart.cat; Estimart es el proyecto artístico del Centro Ocupacional Estimia, y tiene más de 14 años. De esta manera, la fundación acompaña a los artistas que participan en su proceso creativo para que sean pintores, escultores y, en definitiva, creadores.
“La sensibilidad, el talento y la mirada artística sobre la realidad son conceptos que van más allá de capacidades físicas o psíquicas, es por eso que queremos expresar el talento de todos aquellos que desde el esfuerzo quieren que el arte sea su canal”, afirma la fundación, que desde hace más de 60 años facilita el desarrollo de las personas con discapacidad y de sus familias.
En tres mesas grandes de la fundación, decenas de miembros construían los tronquitos de los tions de Navidad. Con las manos pegaban los ojos, ponían las patas, pero hacer el dobladillo para poner la barretina –es lo que les resulta más difícil– se lo dejaron a los voluntarios. Puede, incluso, que alguno de estos tions los compre usted en alguna Fira de Santa Llúcia.