La Vanguardia (1ª edición)

Palabra de Luis Enrique

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Reconforta y reconcilia con la humanidad ver que quedan tipos como Luis Enrique, gente de palabra, que cumplen con aquello a lo que se comprometi­eron. Tipos capaces y que aceptan con audacia un desafío enorme y van superando los obstáculos y las piedras que encuentran en su camino hasta alcanzar la meta. Son personajes que no abundan, casi únicos, pero que te levantan la moral y te invitan a recuperar la fe en el género humano. Destacan en medio del ambiente contaminad­o en que los principios han caído en desuso y escasean los referentes en la sociedad, porque el que no se vende por un plato de lentejas promete lo que sabe que no va a cumplir y miente con el mayor cinismo. Hay crisis de credibilid­ad. Pero Luis Enrique ha demostrado ser un hombre íntegro, y lo compruebo al repasar el discurso que hizo en su primera comparecen­cia ante los medios de comunicaci­ón tras fichar como nuevo entrenador del Barça.

Luis Enrique desembarcó en el Camp Nou bajo la sospecha de que iba a “cargarse” en estilo irrenuncia­ble del Barça, pese a que su declaració­n de principios no pudo ser más clara y el transcurso y desenlace de la temporada han demostrado que era sincera y honesta: “Jugaremos al ataque, como se nos ha identifica­do últimament­e, con un fútbol atractivo, que ha enganchado a millones de personas de todo el mundo. Queremos que a la gente le apetezca ver un partido del Barça”. Los hechos han demostrado que aquellas no eran palabras huecas en busca de un titular complacien­te con la afición. “El Barça siempre irá a por el partido –añadió– y lo intentará hacer de una manera bonita para el espectador. Para defender, no hay mejor cosa que tener el balón, una idea que va ligada a lo que es el Barça desde hace bastantes años. Pero también es cierto que hay que ir evoluciona­ndo esta idea, perfeccion­ándola, mejorándol­a, de manera que podamos sorprender al rival para que no sepa qué vamos a hacer”.

Qué visión, qué manera de anunciar lo que iba a ser el juego del Barça esta temporada: un equipo menos previsible para los contrarios, más intenso en todo momento, más vertical, más ganador como consecuenc­ia de todo lo anterior. Un fútbol que ha cautivado a los propios jugadores, porque les ha permitido lucirse y vivir los mejores momentos de su carrera. Este año hemos visto un Messi distinto, agigantado hasta la sublimació­n y que ha ampliado su radio de acción y el repertorio de sus funciones por todo el campo, ha sido el director del juego, el pasador, el impulsor de las mejores acciones de gol… Esa nueva faceta de Messi como futbolista total, también la anunció Luis Enrique antes de que la temporada empezara: “Messi aporta muchas cosas más que goles. Es indispensa­ble para el grupo. Creo que va a ser un referente único”.

Y ahí está de los desafíos de Luis Enrique que ha visto cumplidos: “Espero que conmigo (Messi) encuentre su mejor versión, y si no la encuentra lucharemos y buscaremos las condicione­s necesarias para que se dé”. Dicho y hecho: todo lo sucedido se ajusta al ideario avanzado por su técnico. Un hombre de palabra.

El entrenador del Barça ha sido fiel a cuanto prometió al acceder al cargo

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