La Vanguardia (1ª edición)

“La vida normal no es el baloncesto”

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Soy una persona que nunca olvida de dónde vengo; esto me hace ser la persona que soy”, espeta en La Vanguardia Serge Ibaka (25 años) desde su atalaya de 208 centímetro­s. Porque el pívot de los Oklahoma City Thunder y de la selección española viene de muchos sitios. Primero, de su tierra, del Congo. Natural de Brazzavill­e, hijo de dos baloncesti­stas internacio­nales, su pasión por la canasta la llevaba en la sangre, pero tiene claro que en la vida hay otras prioridade­s. “Mi madre murió cuando yo tenía 7 años y tuve que vivir solo en la calle. Decidí ese día que cuando llegara a la NBA ayudaría a los niños a hacer cumplir sus sueños”, explica con pasión al relatar el trabajo que está realizando su fundación. “Es el primer año de actividad, tanto en Oklahoma, como en España, como en el Congo. Estoy muy ilusionado porque en este mundo hay cosas más importante­s que el baloncesto. Salvar la vida de un niño vale mucho más que hacer mates o tapones”, afirma Ibaka, que visitó ayer la redacción de este diario.

Bien sabe qué es lo más importante porque mientras vivió en su país la situación bélica y de inestabili­dad era constante. Fueron unos años duros, pero también muy valiosos para su formación. “Viví en el Congo hasta los 16 o 17 años. Tengo recuerdos buenos y malos, porque me pasaron muchas cosas. Pero las malas que me ocurrieron tam- bién me han servido para ser la persona que yo soy ahora. Me ayudaron a ser más fuerte”, señala. Su historia es muy peculiar, hasta el punto que ha dado origen al documental de la ESPN Son of the Congo, que se estrenará en España el 28 de junio en Canal +.

Ibaka pasa unos días en Barcelona como estrella del Tour NBA 3X 2015 que, auspiciado por la liga estadounid­ense y por el BBVA, recorrerá seis ciudades españolas entre el verano y el otoño, contando en cada urbe con una figura de la competició­n. Para Ibaka es un placer estar en Catalunya. Aquí se formó y aquí se hizo un nombre para que los ojeadores de la NBA se fijaran en él. “En Barcelona me ayudó mucho la familia Santasusan­a y también Jordi Ardèvol, que era el director deportivo del Hospitalet y fue el que me fichó (ahora es el jefe de la cantera del Barça) y también me ayudó la familia Raventós. Cuando vuelvo a Catalunya tengo gente que me quiere”, cuenta, emocionado. Si en Hospitalet se dio a conocer, en Manresa progresó. “Esa etapa fue muy bonita, como un sueño, porque entonces mi objetivo era jugar en la Liga ACB, antes de ir a la NBA. Fue una experienci­a magnífica”.

Para Ibaka su presencia en la NBA es su pasión, pero también una circunstan­cia extraordin­aria. Las fotografía­s, los autógrafos, los aplausos o el séquito de personas que ayer le acompañaro­n a la redacción de este rotativo forman parte de su día a día, pero sabe que eso tiene una fecha de caducidad. “Cuando voy al Congo vuelvo a ver a mis amigos de siempre. Esas son mis raíces. Mi vida durante la temporada es diferente. Viajo cada día, estoy muy concentrad­o en el baloncesto y no puedo hacer casi nada más. Para mí la vida normal es cuando no estás jugando, porque un día seré mayor y no jugaré más y viviré una vida normal, como todo el mundo. No he podido tener una vida normal, la de ir a tomar algo sin esconderme... Cuando me retire, me gustaría tener vaca-

“Estoy muy ilusionado porque salvar la vida de un niño vale mucho más que hacer mates o tapones” “Mi madre murió cuando yo tenía siete años y tuve que vivir solo en la calle”

ciones, vivir con tranquilid­ad. Por eso intento no perder el contacto con la gente”, se extiende. Entre las personas con las que sigue vinculado está su familia. “Tengo 18 hermanos, pero sólo conozco a 12. Intento que mantengamo­s la conexión, nuestro vínculo”.

Pero mientras llega ese día su gran reto es conseguir un anillo de la NBA. “Este año no hemos podido porque sufrimos muchas lesiones. A ver si lo podemos conseguir el año que viene”, sueña. Recuerda muy bien qué sintió cuando pisó un pabellón de la mejor liga del mundo. “Me impresionó mucho, porque yo veía los partidos por televisión pero cuando estás ahí te das cuenta de que es otro mundo”.

Un mundo en el que están los hermanos Gasol. “No esperaba que esta última temporada rindieran a ese nivel, sobre todo Pau. Con lo que le pasó en los Lakers y jugar a este nivel es increíble. Yo veía sus partidos y flipaba. Es una barbaridad. Tengo que preguntarl­e qué toma para estar así”, bromea Ibaka. Ha coincidido con ellos en la selección española (tiene la nacionalid­ad) y muestra su total disponibil­idad a jugar con el equipo de Scariolo en el Europeo de septiembre. “A mí, cuando puedo, siempre me gusta jugar con España. Me encantaría estar en el Europeo. España ha hecho mucho por mí. Fue un sueño grande estar en los Juegos Olímpicos de Londres”. Pero la selección sólo puede convocar a un nacionaliz­ado (la lista se conoce el día 30) y ha de decidir entre Mirotic y él. Eso le hace torcer el gesto, pero no la diplomacia. “Ellos deciden quién va. Entre nosotros hay buen rollo. Si lo escogieran a él no sería el fin del mundo”.

El baloncesto no es el único deporte que le gusta a Ibaka. El fútbol también le apasiona y sus colores han tenido una evolución muy particular. “Cuando llegué a Catalunya me hice del Barça, porque me gustaban Ronaldinho y Eto’o. Pero cuando la NBA hizo el cierre patronal jugué en el Madrid y ahora evidenteme­nte defiendo más sus colores. Yo voy más con el Madrid, pero si el Barça juega contra un equipo de otro país, voy con el Barça. Vi el último partido de Messi y, ¡buf!, es un maestro”. Ante todo, valores.

“Cuando puedo siempre me gusta jugar con España porque han hecho mucho por mí”

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de la NBA y el BBVA, visitó ayer la redacción
de ‘La Vanguardia’
ANA JIMÉNEZ Serge Ibaka, que está en Barcelona de la mano de la NBA y el BBVA, visitó ayer la redacción de ‘La Vanguardia’

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