Europa trata de amortiguar el golpe de un impago en Grecia
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Bruselas. Corresponsal El vértigo hacia lo desconocido comienza a apoderarse de las negociaciones entre la zona euro y Grecia. Aunque cuando se iniciaron el objetivo para ambas partes era mantener al país en el euro, las condiciones que unos y otros se han marcado se han revelado incompatibles y las esperanzas de llegar a un acuerdo con el que Atenas esquive la quiebra se desvanecen.
La discusión sobre cómo afrontar un impago en Grecia se puso ayer por primera vez encima de la mesa del grupo de trabajo del euro, la cocina del Eurogrupo, en medio de protestas de la delegación griega, que insiste en que su objetivo sigue siendo llegar a un acuerdo con sus acreedores. Hasta ahora, admiten fuentes europeas, el impago, el default, “era la palabra prohibida”. Pero el tiempo, esta vez más que nunca, apremia. Grecia lleva un año sin recibir asistencia financiera europea y su capacidad para pagar sueldos públicos y pensiones sin faltar a sus obligaciones con sus acreedores ha llegado al límite.
Atenas evitó in extremis hace una semana un pago de 350 millones de euros al Fondo Monetario Internacional pidiéndole agrupar en uno solo todos los vencimientos de junio pendientes, que suman 1.500 millones, para abonarlo a finales de mes. Además, el 30 de junio expira el programa europeo de asistencia financiera a a Grecia. Y sin acuerdo sobre las condi-
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ciones a las que está sujeto el desembolso del dinero que queda del segundo rescate (7.200 millones, más 1.900 millones procedentes de intereses), se antoja imposible que Atenas haga el pago. No sólo por razones financieras, sino políticas: una parte del Syriza, la coalición de izquierda radical que dirige el primer ministro Alexis Tsipras, y sus socios Panos Kamenos