Ibex: tercera semana en descenso
Los mercados bursátiles de la eurozona cerraron su tercera semana consecutiva en números rojos. El peso del órdago griego acabó arruinando la vida a los parqués europeos, que se han dejado cerca del 10% desde los máximos anuales que habían registrado a finales de marzo. El Ibex cedió ayer el 1,13%, hasta los 11.030 puntos (logró mantenerse por encima de la barrera de los 11.000), lo que le llevó a dejarse un 0,28% en el balance semanal. Frankfurt (-1,20%), París (-1,41%) o el global Eurostoxx (-1,38%) lo hicieron incluso peor que el selectivo español. “Queda claro que no está habiendo avances en el caso griego, y que llegar a un acuerdo concreto va a seguir siendo un objetivo muy complicado –dijo Dídac Pérez, director de inversiones de Caixa d’Enginyers–. Habrá más reuniones entre todas las partes la semana que viene (no les queda más remedio), pero el tiempo se agota el 30 de junio”. La intensificación del riesgo está provocando también sacudidas en el mercado de renta fija: mientras el precio de los bonos cae en picado (generan incertidumbre), su rentabilidad sigue acelerándose. La prima de riesgo español subió ayer hasta los 140 puntos . El jueves había cerrado en los 125. / le exigen que, si no hay acuerdo, pague antes sueldos y pensiones que las deudas.
Tan incierta situación ha llevado a las instituciones europeas a empezar a pensar en planes de contingencia para amortiguar el golpe que supondría un posible impago en Grecia, explican fuentes europeas. Si se llega a ese extremo y no se alcanza un acuerdo político con rapidez, el impago temporal podría convertirse en una quiebra en toda regla (el peor escenario posible que se contempla) y acabar sacando al país del euro. En cualquiera de las dos situaciones no sólo haría falta medidas financieras rápidas para estabilizar los mercados, sino dar “una señal política clara para proteger a lo que queda” de la zona euro, apuntan fuentes diplomáticas europeas. La cumbre de los días 26 y 27 de junio puede ser crucial en este sentido.
Las negociaciones para evitar estos escenarios continúan, aunque el FMI se levantó anteayer de la mesa de negociación técnica; las posturas, dice, están aún “muy lejos” y no volverá hasta que no haya movimientos políticos que les lleve a pensar que el acuerdo es posible. El grupo de trabajo del euro, reunido ayer en Bratislava, urgió a Atenas a ceñirse a la propuesta de compromiso consensuada la semana pasada por sus principales acreedores en Berlín. Atenas respondió anunciando que Tsipras viajará hoy a Bruselas para presentar “contrapropuestas”. Las informaciones que ayer salían de Atenas no invitan al optimismo, pues el nuevo plan griego no incluye recortes de pensiones, exigencia clave de sus acreedores.
La actitud de Atenas ha desconcertado y enfadado a sus socios europeos, que a estas alturas ya no saben si responde a una estrategia –peligrosa, pero estrategia– o si se la están jugando y están dispuestos a poner al euro contra las cuerdas si no logran sus objetivos, entre ellos una reestructuración de su deuda, una prórroga del rescate y una menor tutela europea. “No hay más tiempo para apuestas”, les espetó el jueves Donald Tusk, presidente del consejo. “A pesar de los tozudos rumores, nunca hemos apostado”, le replicó el ministro Yanis Varufakis.