La Vanguardia (1ª edición)

MÁS HISTORIA QUE FUTURO

- LLUCIA RAMIS

Spielberg cambió mi vida: quise ser arqueóloga como Indiana Jones y sé que los extraterre­stres van en bici. Se cumplen 30 años de Los Goonies, mi película favorita. Esos chicos crearon un lenguaje universal: la tuampa de Data, el baile de Gordi, el asma de Mickey, Billy el Tuerto. Actores en la vida real, fueron un referente de la amistad y la aventura contra la especulaci­ón inmobiliar­ia.

Cuando tienes la edad de tus héroes, espías su evolución, como haces con los viejos compañeros de EGB vía Facebook. La desgracia de los demás nos concilia con nuestras existencia­s anodinas. Nos consolamos moralmente con un: esto se veía venir. Tenemos una tenencia morbosa a fijarnos en la tragedia de los llamados juguetes rotos, los que acabaron como River Phoenix, o esos rebeldes sin causa que son Justin Bieber y Miley Cyrus, la ex Dis- ney que trata el sexo con una impudicia pueril. Igual que Malcaulay Culkin o Drew Barrymore en su momento, parece difícil que puedan madurar, cuando toman las drogas cual golosinas, y la existencia como una eterna representa­ción de alguien a quien ni siquiera se parecen.

Por muy jóvenes que sean, tienen más pasado que futuro. ¿Cómo habría sido su futuro sin el pasado que tuvieron? Un buen amigo, que fue niño prodigio, asegura que la fama le salvó tanto como su madre cuando le llevó a su primer casting para evitarle la durísima educación opresiva que recibieron sus hermanos en casa. A la gloria infantil le siguió una adolescenc­ia exitosa y desfasada, y una vida que podría haberle pasado factura. Pero, ¿no lo hacen todas? Al margen de la edad, ¿no es formidable hacer historia? acallar su voz feminista ni sus inquietude­s académicas, una peculiar simbiosis con el personaje de Hermione Granger. Se licenció en Filología Inglesa en la prestigios­a Universida­d de Brown y el pasado septiembre se erigió como una de las voces más claras sobre la igualdad de género. “Se considera que tengo opiniones demasiado fuertes, aisladas, antihombre­s y no atractivas. ¿Por qué la palabra feminismo resulta tan incómoda?”, preguntó en su discurso en la ONU. Quería dar a conocer la campaña #HeforShe para lograr que los hombres contribuya­n en la lucha de las mujeres por la igualdad salarial.

Su media naranja en la ficción, Rupert Grint, no ha tenido tanta suerte por más que ambos cobrasen alrededor de 34 millones por las ocho películas. Su proyecto televisivo Super Clyde para el canal estadounid­ense CBS no salió adelante y los expertos de la industria consideran que, si bien puede ser un actor cómico solvente, no tiene la capacidad de capitanear un proyecto por sí solo. Esta impresión parece que está generaliza­da: en el 2014 no estrenó ni una sola película, sólo interpretó durante cuatro meses la obra It’s only a play en Broadway junto a Nathan Lane, F. Murray Abraham y Stockhard Channing.

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