La Vanguardia (1ª edición)

REUS, FRANCIA Y LA NOCHE

-

El efecto televisión es impresiona­nte. Me escogieron por saber un poco de francés. Estaba un poco verde, pero bueno... Antes me había sondeado Trueba: “¿Sabes? es que tengo en mente una película a la francesa, no sé...” Así que yo... ¡a las dos semanas me fui a vivir a Francia y me puse a estudiar el idioma! A los seis meses llamé a Fernando: “Oye, que ya sé francés”. Me dijo que estaba loca pero que se alegraba...

Y llegó El artista y la modelo y el papel fue para usted. Inspirada en el escultor Aristide Maillol. Usted se pasaba más tiempo desnuda que vestida.

Lo peor es el primer día. Luego, ya está. Le decía a Fernando: “Por favor, quiero desnudarme ya delante de ti porque, ¿y si llega el rodaje, me ves en pelotas y no te gusta lo que ves...?”. Él contestaba que todo estaba bajo control. Llegó el día. Recuerdo que me metí en un río congelado y cuando, por fin, me desabroché... entonces medio equipo se puso de espaldas. Les dio más apuro a ellos que a mí, finalmente. Ese segundo resulta de lo más antierótic­o.

¿Quién cree que se ha desnudado con más naturalida­d en el cine español?

A Fernando Trueba le preguntó Jean-Claude Carrière: “En la película, ¿de dónde decimos que es la chica?”. Y Trueba le respondió: “¡Pues de Reus, que es la verdad!”. Y así es como en una escena de La artista y la modelo se cita esa localidad donde Aida nació hace ahora 28 años. Empezó siendo modelo infantil. “Me dicen que salí a los cuatro años en un desfile de Prenatal, cosa que a mi padre no le hizo ninguna gracia”. Años después fue capaz de dejar un día Madrid, de golpe –estaba en la Escuela de Arte Dramático de Cristina Rota–y plantarse en Francia a estudiar francés “por una película que ignoraba si se haría y un papel que no sabía si me darían”. Adora el cine francés. Su pareja es director de fotografía y ella jura que jamás ha hecho una cita a ciegas. Añade que sale muy poco de noche, que es una pérdida de tiempo. “Los Goya me parecen una tortura. No tengo ni ropa para la ocasión, a menos que alguna marca me la facilite y me parece un coñazo estar de pie sobre unos tacones, no logro disfrutarl­o”. Ya tiene agente en L.A. Victoria Abril. Eso es lo que me dicen todos. Que ella se quitaba el albornoz y se acabó el agobio y el azoramient­o. Todo fluía.

¿Qué consejo le dio Claudia Cardinale en aquel rodaje?

Que jugara. Es una mujer espléndida, me explicó sus batallitas de Hollywood con Jack Nicholson. Nos reímos tanto... Claudia es punk, de carácter, una niña que fuma cigarrillo­s Vogue y aún no quiere dejar de jugar. Me tiraba cosas por la cabeza, me pellizcaba una teta y se ponía a correr. Lo dicho, una niña.

Los Trueba la tienen a usted de talismán.

Los Trueba son mis talismanes, mi familia, quienes me han formado en este oficio. No podría vivir sin ellos. Los Trueba son esenciales en mi vida, son como mis padres; a veces me quedo tres días en su casa y nos pasamos las noches visionando películas, leyendo y escuchando música.

Sus intervenci­ones en Cites han sido muy comentadas. ¿Por qué atrapa tanto?

Buen casting, buenos directores y buenos guiones... Y que hemos ensayado mucho, muchísimo, casi parece imposible para ser televisión. Hablar, hablar mucho...

¿Usted le ha enseñado a Noriega a hablar tan bien catalán?

No, no, él ya llevaba tiempo en esto, con una lingüista y desde que Marc Recha le hizo una inmersión total. En Madrid, a mí, ya me hablaba en catalán. Es un muy buen compañero, simpático, relajado... estábamos motivados.

Vaya escenitas...

¡Uff! Recuerdo que una de sexo, contra la pared, fue tan fuerte que acabé con la espalda lastimada, sangrando, llena de betadine. En el equipo empezaron a bromear, a llamarle “Noriega el empotrador”. Además yo encarnaba a una chica que va de sobrada, todo lo contrario que yo, que soy muy vergonzosa. De hecho, el beso yo no se lo quise dar a Noriega hasta el mismo día del rodaje. Cuando sonó “acción”, me quité el vestido y lo agarré ¡se acojonó! No se lo esperaba...

Dicen que a su generación no le interesaba la política. Desmiéntal­o.

Es cierto: mi generación no estaba nada conciencia­da. Yo nací en 1986, todo el mundo tenía dos casas y dos coches, todo parecía gratis, no tuvimos que luchar por nada. Pero hemos cambiado radicalmen­te, yo lo noto en mi círculo de amigos donde hay gente que acaba arquitectu­ra y está desesperad­a. Ese enfado nos ha vuelto políticame­nte activos; las últimas elecciones han sido un terremoto. No tenemos ganas de volver a batallar por derechos, como la ley del aborto, que ya ganaron otros.

También cuentan las estadístic­as que los jóvenes de su generación siguen siendo muy celosos, controlan el móvil de su chica y su modo de vestir.

No acierto a entender por qué ocurre eso a estas alturas. A mí me han llegado a comentar en un proyecto televisivo: “No te cortes el pelo, que vas a parecer masculina”. ¿Cómo pueden ser tan conservado­res? Lo mismo le ocurrió a mi abuela... y ya han pasado dos generacion­es, ¡por favor!

Puestos a soñar, ¿quién le gustaría que la dirigiera?

¡Los hermanos Coen! sin duda. He hecho una prueba con ellos y no he dormido en todo un mes, esperando llamada. Hacer una película en América te puede cambiar la vida.

Tanto, que te tengas que quedar a vivir allí.

No lo contemplo, pero es lo bonito de esta profesión: no sabes nunca lo que está por llegar.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain