La Vanguardia (1ª edición)

Sean Scully instala su arte al pie de Montserrat

La iglesia de Santa Cecília se convierte en un centro de arte abstracto

- JOSEP PLAYÀ MASET

La iglesia románica de Santa Cecília de Montserrat, que acaba de ser restaurada, se ha convertido en el Espai d’Art Sean Scully. Un proyecto que evoca la Rothko Chapel de Houston por sus caracterís­ticas de espacio consagrado a la reflexión, al silencio, a la contemplac­ión, aunque Scully asegura que su capilla es “menos depresiva y más alegre”.

Este proyecto se empezó a gestar en el año 2005. Sean Scully (Dublín, 1945) reside en Nueva York, pero desde 1994 tiene estudio en Barcelona, donde pasa par- te del año. Por mediación del galerista Carles Taché llegó a Montserrat, una montaña, un monasterio y una comunidad que desde entonces le tienen fascinado. Trabó una intensa amistad con el padre Josep de C. Laplana, director del Museu de Montserrat, quien incluso ha bautizado a su hijo, que ahora tiene seis años. Y cuando le pidieron un cuadro para el interior de esta iglesia, decidió ocupar las tres naves románicas. Ayer, cuando Scully cumplía 70 años (anoche celebró una fiesta con doscientos invitados en la casa Batlló de Barcelona), fue el día escogido para inaugurar este nuevo espacio de arte de referencia internacio­nal, adscrito al Museu de Montserrat, y para anunciar que a partir del mes de octubre se pon- drá en marcha el Institut Art i Espiritual­itat que propondrá actividade­s como audiciones musicales, recitales de poesía, conferenci­as y sesiones de meditación silenciosa en ese mismo recinto. El instituto cuenta con el apoyo de destacadas personalid­ades del mundo cultural como Bill Viola, Josep Corredor Matheos, Daniel Giralt-Miracle, Narcís Comadira, Àlex Susanna, Pilar Parcerisas, David Jou y el propio Scully.

El conjunto aportado y elaborado por Scully para la iglesia de Santa Cecília está formado por seis pinturas de gran formato, ocho vidrieras, tres pinturas al fresco, un trasaltar de vidrios de colores, tres cruces de vidrio pintadas y cuatro candelabro­s. “La abstracció­n es el arte espiritual de

nuestro tiempo”, dice Scully. Y con esa intención ha ido ideando durante los últimos años todo el conjunto. Unas obras que oscilan entre una dimensión trágica de la vida, donde predomina la oscuridad -correspond­ientes a un determinad­o momento de su vida ya pasado–, y otras más expresivas y abiertas, con colores más claros y alegres –“que reflejan la influencia positiva de mi hijo pequeño, un regalo del cielo”. Pero todas ellas se distinguen por esa tendencia al minimalism­o y a la austeridad. Ayer, cuando Scully entró de nuevo en la iglesia, junto a la prensa y a los invitados a la inauguraci­ón, no pudo más que exclamar: “Es fantástico, es más de lo que esperaba”.

En un primer momento, el artista decidió que el tema principal de su intervenci­ón debía ser su serie Holly, que en el año 2004 había presentado en Aichach (Alemania). La serie se dispersó, pero Scully la ha recreado con el nombre de Holly- Stationes para su instalació­n definitiva en Montserrat. Se trata de una reinterpre­tación de las catorce estaciones del vía crucis a través de una amalgama de colores que pintó en memoria de su madre, Ivy. Es una evocación de las estaciones del vía crucis de la pequeña iglesia de Highbury, que visitaba con sólo seis años en un día de tormenta de granizo que retumbaba sobre el tejado.

Otra de las obras más relevantes es la que se titula Cecilia, la santa de la música. La pintó en el 2010 y el verano pasado fue presentada en la iglesia de Cadaqués. Este mismo año ha realizado una segunda versión titulada Landline

Cecilia, con unos colores más mediterrán­eos. Un espíritu que se traslada también a tres obras de pequeño formato Untitled.

La primera obra que puede contemplar­se al entrar es el tríptico Doric Nyx (dedicado a la diosa griega de la noche), que destaca por su austeridad cromática. “Es una referencia simbólica a la naturaleza, al horizonte, a la conexión entre el mar y el cielo”, especificó el artista. Todas esas piezas están pintadas sobre acero o aluminio, excepto una pintura sobre tela que es Barcelona Wall of light

Pink.

La intervenci­ón se enriquece con las vidrieras, pintadas de amarillo, rojo y azul, un color para cada nave de la capilla. Sobre el altar (la iglesia se mantiene como capilla católica donde se podrán celebrar misas) Scully ha situado tres cruces superpuest­as y cuatro candelabro­s de hierro. Además, y por primera vez en su carrera, ha pintado tres frescos de pequeñas dimensione­s, que abundan en sus composicio­nes de estratos y barras. Y como él mismo destacó en uno de ellos ha vuelto a utilizar el color verde, “que me remite a la vegetación, a la naturaleza, ya que sin ella no podríamos vivir ni respirar”. Otro de los murales recuerda una de las últimas obras que ha presentado en Venecia.

Santa Cecília fue el primer monasterio que se fundó en la montaña de Montserrat y está situado en el término de Marganell. La iglesia es del año 945 y ya vio una primera restauraci­ón en 1928 dirigida por Josep Puig i Cadafalch. En la actual, financiada por la Diputación de Barcelona, se ha recuperado el pavimento original. “Este nuevo espacio representa el diálogo entre el arte y la fe”, dijo el abad Josep Maria Soler. “Conecta el románico con la contempora­neidad”, añadió el conseller Ferran Mascarell.

El recinto albergará también el Espai Art i Espiritual­itat, que se creará en octubre El conjunto incluye seis pinturas de gran formato, ocho vidrieras y tres frescos

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El pintor de origen irlandés Sean Scully con el director del Museu de Montserrat, el padre Laplana, frente al óleo Holly-Stationes, que reúne 14 piezas dedicadas al vía crucis
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XAVIER CERVERA

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