La Vanguardia (1ª edición)

Espiar por el vil metal

Interesan todos sus contratos internacio­nales por encima de los 200 millones

- RAFAEL POCH París. Correspons­al

Ni la defensa del mundo libre, ni la protección de la seguridad nacional; el interés de la NSA en Francia, más allá de los pinchazos presidenci­ales, era el espionaje industrial con el objetivo de pasar la mano por la cara a la economía francesa.

El espionaje de Estados Unidos a Francia no sólo ha intervenid­o los teléfonos de los últimos tres presidente­s de la República, incluido el actual, sino que “está afectando al empleo”. Lo dijo el pasado miércoles Julian Assange, el disidente recluido desde hace ahora tres años en la embajada ecuatorian­a de Londres, en una entrevista con la televisión francesa.

“Una de las razones de ese desempleo es el juego sucio de Estados Unidos encaminado a marginaliz­ar la competitiv­idad económica de las empresas francesas y de las empresas europeas en general”, dijo la semana pasada Assange, que acababa de divulgar en Francia los documentos sobre el espionaje de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) a la clase po- lítica local. Ahora aquella afirmación se ve respaldada por nuevos y concretos documentos.

Se trata de cinco informes de síntesis elaborados por la NSA que muestran un masivo espionaje industrial.

No se trata sólo de conversaci­ones de los altos funcionari­os económicos con los dos penúltimos ministros de Economía, François Baroin y Pierre Moscovici –este último ahora comisario europeo– en primerísim­o lugar. Se trata, además, de una recolecció­n sistemátic­a de las prácticas comerciale­s francesas, las relaciones de París con las institucio­nes financiera­s internacio­nales y los grandes contratos internacio­nales de empresas francesas. Este último aspecto es uno de los más significat­ivos.

Según se desprende de los documentos, que abarcan ocho años, desde el 2004 hasta el 2012, la NSA intenta hacerse con la informació­n de todos los contratos internacio­nales que superen los 200 millones de dólares, cerrados o negociados por empresas francesas. El fenómeno afecta a sectores estratégic­os; el energético (petróleo, nuclear, gas), tecnología­s de la informació­n, biotecnolo­gía y transporte­s. Las informacio­nes obtenidas se trasladan a los correspond­ientes departamen­tos de la administra­ción estadounid­ense (energía, comercio, defensa) lo que aclara las palabras de Assange del pasado miércoles, acerca del daño propiciado a la competitiv­idad de las empresas francesas.

“Un centenar de empresas entran en los criterios definidos por la NSA, entre ellas la casi totalidad de las que figuran en el índice bursátil galo CAC-40”, escribe As-

Los nuevos documentos evidencian, además, el espionaje a los ministros de Economía

sange, en un artículo de presentaci­ón de los documentos publicado ayer por el diario Libération.

“Nunca había quedado tan clara la prueba de un espionaje económico orquestado al más alto nivel por Estados Unidos”, escribe Assange, que confía en que estos informes “arrojen un jarro de agua fría sobre las negociacio­nes” del tratado de libre comercio (TTIP) entre Europa y Estados Unidos.

Desafiando esta evidencia, un portavoz del espionaje norteameri­cano declaró ayer que la declaració­n de septiembre de 2013 en la que se desmentía que EE.UU. espíe a empresas extranjera­s en beneficio de sus empresas, “continúa teniendo validez”.

Tanto este informe como el anterior sobre el espionaje a los presidente­s no han alterado la negativa de Francia a conceder asilo, o la nacionalid­ad francesa, al exagente Edward Snowden –que solicitó asilo ya en junio de 2013– o al propio Assange. “Necesitamo­s a Francia”, dijo el impulsor de Wikileaks en su entrevista del miércoles.

Concederle­s el asilo, o la nacionalid­ad, a estos disidentes “sería un gesto”, dijo el jueves la ministra de justicia, Christiane Taubira, insistente­mente preguntada al respecto. “No me chocaría la idea, pero debería tomarse al más alto nivel”, dijo.

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GARY CAMERON / REUTERS Entrada a la sede de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) norteameri­cana en Fort Meade (Maryland)

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