Espiar por el vil metal
Interesan todos sus contratos internacionales por encima de los 200 millones
Ni la defensa del mundo libre, ni la protección de la seguridad nacional; el interés de la NSA en Francia, más allá de los pinchazos presidenciales, era el espionaje industrial con el objetivo de pasar la mano por la cara a la economía francesa.
El espionaje de Estados Unidos a Francia no sólo ha intervenido los teléfonos de los últimos tres presidentes de la República, incluido el actual, sino que “está afectando al empleo”. Lo dijo el pasado miércoles Julian Assange, el disidente recluido desde hace ahora tres años en la embajada ecuatoriana de Londres, en una entrevista con la televisión francesa.
“Una de las razones de ese desempleo es el juego sucio de Estados Unidos encaminado a marginalizar la competitividad económica de las empresas francesas y de las empresas europeas en general”, dijo la semana pasada Assange, que acababa de divulgar en Francia los documentos sobre el espionaje de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) a la clase po- lítica local. Ahora aquella afirmación se ve respaldada por nuevos y concretos documentos.
Se trata de cinco informes de síntesis elaborados por la NSA que muestran un masivo espionaje industrial.
No se trata sólo de conversaciones de los altos funcionarios económicos con los dos penúltimos ministros de Economía, François Baroin y Pierre Moscovici –este último ahora comisario europeo– en primerísimo lugar. Se trata, además, de una recolección sistemática de las prácticas comerciales francesas, las relaciones de París con las instituciones financieras internacionales y los grandes contratos internacionales de empresas francesas. Este último aspecto es uno de los más significativos.
Según se desprende de los documentos, que abarcan ocho años, desde el 2004 hasta el 2012, la NSA intenta hacerse con la información de todos los contratos internacionales que superen los 200 millones de dólares, cerrados o negociados por empresas francesas. El fenómeno afecta a sectores estratégicos; el energético (petróleo, nuclear, gas), tecnologías de la información, biotecnología y transportes. Las informaciones obtenidas se trasladan a los correspondientes departamentos de la administración estadounidense (energía, comercio, defensa) lo que aclara las palabras de Assange del pasado miércoles, acerca del daño propiciado a la competitividad de las empresas francesas.
“Un centenar de empresas entran en los criterios definidos por la NSA, entre ellas la casi totalidad de las que figuran en el índice bursátil galo CAC-40”, escribe As-
Los nuevos documentos evidencian, además, el espionaje a los ministros de Economía
sange, en un artículo de presentación de los documentos publicado ayer por el diario Libération.
“Nunca había quedado tan clara la prueba de un espionaje económico orquestado al más alto nivel por Estados Unidos”, escribe Assange, que confía en que estos informes “arrojen un jarro de agua fría sobre las negociaciones” del tratado de libre comercio (TTIP) entre Europa y Estados Unidos.
Desafiando esta evidencia, un portavoz del espionaje norteamericano declaró ayer que la declaración de septiembre de 2013 en la que se desmentía que EE.UU. espíe a empresas extranjeras en beneficio de sus empresas, “continúa teniendo validez”.
Tanto este informe como el anterior sobre el espionaje a los presidentes no han alterado la negativa de Francia a conceder asilo, o la nacionalidad francesa, al exagente Edward Snowden –que solicitó asilo ya en junio de 2013– o al propio Assange. “Necesitamos a Francia”, dijo el impulsor de Wikileaks en su entrevista del miércoles.
Concederles el asilo, o la nacionalidad, a estos disidentes “sería un gesto”, dijo el jueves la ministra de justicia, Christiane Taubira, insistentemente preguntada al respecto. “No me chocaría la idea, pero debería tomarse al más alto nivel”, dijo.