El sector editorial repunta
BUENAS noticias en el sector editorial español. Tras cinco años consecutivos de caída de la facturación, los datos del 2014 reflejan un cambio de tendencia. Según el informe que ayer presentó la Federación de Gremios de Editores de España, el año pasado se facturó un total de 2.195,8 millones de euros. El avance respecto al 2013 es muy moderado, un 0,6%. Y la distancia respecto a la facturación del 2008, cuando todavía no se apreciaban los efectos de la crisis, es enorme: entonces se facturaron 3.185 millones de euros. Pero, en todo caso, el punto de inflexión parece haber sido alcanzado. Y el hecho de que subsectores como los libros de texto, los infantiles y los científicos figuren entre los que aportan mejores resultados también constituye una buena nueva.
El sector editorial es, ciertamente, estratégico. Lo es por motivos estrictamente económicos, toda vez que la industria del libro genera en nuestro país el 0,7% del producto interior bruto. Pero lo es, ante todo, por lo que tiene de indicativo de la salud cultural, y por consiguiente, de las expectativas de progreso de una nación. Es bien sabido que las sociedades más prósperas suelen ser aquellas donde los índices de lectura son más elevados, puesto que nos hablan de una ciudadanía cultivada y preparada para competir con ventajas en la es- cena global. España dista de estar en el grupo de cabeza de los países con más lectores. Difícilmente puede figurar en él cuando un 35% de sus ciudadanos admite que no lee jamás un libro. Pero las estadísticas, siendo mejorables, no son desalentadoras. En los últimos años se ha ensanchado considerablemente la franja de lectores y han aumentado las tiradas de libros de éxito, contribuyendo a la buena marcha del sector. No hace falta recordar, en este sentido, que España sigue siendo una potencia de la edición mundial, y el faro de la edición latinoamericana. Las exportaciones continuan creciendo y se situaron en los 541 millones de euros en el 2014, un 2,9% más que en el ejercicio anterior.
En este marco en el que la industria editorial ha mantenido, pese a la crisis, sus posiciones, y en el que el número de lectores se ha incrementado, tan sólo la administración ha presentado notas discordantes. Algunas reformas legales, como la de la Lomce, que acaba de reducir el número de horas lectivas dedicadas a la literatura, constituyen un injustificable ataque al libro. Porque no sólo perjudica el ámbito de las humanidades, el de la educación y, en definitiva, el de la cultura española, sino que además daña una industria que, como se ha expuesto, contribuye en varios frentes al progreso de nuestra sociedad.