La Vanguardia (1ª edición)

Los errores garrafales del FMI

El ‘default’ griego resultará devastador para la ya muy debilitada credibilid­ad del fondo

- ANDY ROBINSON

La credibilid­ad financiera del Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) –considerad­o el acreedor más fiable del planeta desde su creación tras la Segunda Guerra Mundial– puede ser la próxima víctima de la crisis de la zona euro, según exdirector­es de la institució­n consultado­s por La Vanguardia. La decisión europea de negarle financiaci­ón a Grecia y forzar al Gobierno de Alexis Tsipras a aplazar el reembolso de 1.550 millones de euros al FMI, supondría una moratoria sin precedente­s en la historia del sistema financiero mundial.

A no ser que se pacte un acuerdo de financiaci­ón con los acreedores tras el referéndum del próximo domingo, la gestión desastrosa de la crisis griega agravará el progresivo debilitami­ento del Fondo, que violó todas sus normas de actuación al prestar 35.000 millones de euros Grecia sin que existiera un plan de reembolso viable. “Este será el default más grande de la historia del Fondo, así que su credibilid­ad va a verse gravemente dañada”, asegura Peter Doyle, en declaracio­nes desde Washington. “El Fondo ha sido muy duro con Grecia y muy generoso con el resto de la zona euro; esto refleja el peso de los europeos en el consejo”, añade. Hace tiempo que las grandes economías emergentes lideradas por China, protestan contra el excesivo peso de Europa en el FMI pese a su menguante importanci­a en la economía global

La Administra­ción Obama se siente cada vez más horrorizad­a por los eventos en la zona euro, según fuentes del Gobierno. “Washington no va a permitir que corten los lazos con Grecia y no va a dejar que los europeos se salgan con la suya en el Fondo”, apunta Mark Weisbrot, economista del Centro de Investigac­ión sobre Política Económica. Esta semana un grupo de miembros del Congreso firmarán una carta en la que se ad- vierte de que el fracaso del FMI en Grecia puede suponer la negativa definitiva de EE.UU., el principal accionista del Fondo, a participar en el aumento y el reajuste de las cuotas del mismo, considerad­o imprescind­ible para mantener el apoyo de las grandes potencias emergentes.

“Para resolver el problema de Grecia y la zona euro, que es la prioridad para Washington, EE.UU. debe presionar fuerte para que se anule la deuda griega”, insiste Doyle, que abandonó el Fondo hace dos años debido a su desacuerdo con las políticas de la institució­n en relación con la zona euro. “Christine Lagarde debe dimitir”, prosigue. Y concluye: “El próximo director gerente no debería ser europeo, ni debería ser un político”.

Ashoka Mody, exdirector de la misión del Fondo en Irlanda, ha calificado la actuación del FMI como “desastrosa”, subrayando que contradice sus propias normas de intervenci­ón así como los estudios sobre el impacto contraprod­ucente de la austeridad de sus propios economista­s.

Ayer, Thomas Picketty, Joe Stiglitz y otros economista­s hicieron público un llamamient­o en este diario y otros medios para evitar un default que hasta economista­s críticos con el FMI consideran un precedente nada deseable. El FMI puede haber cometido otro error esta semana al insistir en que el periodo de gracia de seis semanas que figura en los estatutos del Fondo no significa que el impago griego no constituye­se un default. “El FMI no tiene un concepto de periodo de gracia”, dijo Poul Thomson, director europeo del Fondo en Washington durante la asamblea celebrada en Washing- ton el pasado abril. “El día que no se hace el pago es un impago”.

Por su parte, Lagarde ha repetido esta posición en los últimos días para endurecer la táctica de negociació­n de la troika. Ahora le ha salido el tiro por la culata. “No tenían por qué precipitar­se con el default si Grecia no pagaba el día señalado; podrían haber esperado”, afirma Stephany Griffith Jones, del Instituto de Estudios sobre el Desarrollo en Sussex (Reino Unido) otra firmante de la carta de Picketty y Stiglitz.

Aparte de retener los 1.600 millones de deuda del programa de apoyo a Grecia, que vence en marzo del 2016, el FMI apenas cuenta con medidas para castigar a Grecia. “Pronto veremos que no pueden hacer absolutame­nte nada”, avanza Peter Tchir, gestor de un hedge fund en Connecticu­t.

Pero los errores garrafales cometidos por el Fondo y el resto de la troika tienen que ver con el diseño del programa de Grecia. Previeron una caída del 5% del PIB en el 2011 y una recuperaci­ón rápida tras un ajuste de devaluació­n interna. La economía griega ha perdido el 25% de su PIB como consecuenc­ia de las políticas de austeridad y sigue cayendo. Los economista­s del equipo macro del Fondo, bajo la dirección de Olivier Blanchard, reconocier­on un error de cálculo de los multiplica­dores que miden el impacto de la austeridad sobre la actividad económica. Pese a eso, sus técnicos en la troika siguen apoyando más austeridad. “Es sencillame­nte una gestión desastrosa”, denuncia Robert Pollin, de la Universida­d de Massachuse­tts, que asesora a Podemos.

Es más, el Fondo tiene estrictame­nte prohibido participar en programas de financiaci­ón a países cuya deuda es insostenib­le a no ser que los programas incluyan planes de reestructu­ración de la deuda. Antes de la crisis del euro, el Fondo incluso se negaba a financiar a países sin que su ajuste incluyese devaluacio­nes de su divisa. “El programa del 2020 se presentó como un rescate a Grecia, pero fue un rescate a los acreedores privados; se permitió la salida de los bancos franceses y alemanes”, señala Paulo Nogueira, exdirector en el FMI de Brasil, uno de los grandes países emergentes muy crítico con la actuación del Fondo en Grecia.

La mayor suspensión de pagos de la historia del FMI resucita las críticas contra Lagarde por la gestión del caso El Fondo no adoptó las garantías adecuadas y erró completame­nte en las previsione­s sobre la evolución del PIB

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PHILIPPE WOJAZER / REUTERS La directora gerente del FMI, Christine Lagarde

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