Los políticos y las listas
LA lista independentista única y sin políticos para el 27-S propuesta por Oriol Junqueras suena más a movimiento táctico que a propuesta viable. Se puede entender que, con la lista del president Mas y con la lista off policy del presidente republicano, uno y otro pretendan aparecer como los adalides de la unidad soberanista, pero secuestrar a los políticos en esta hora resulta desconcertante, entre otras razones porque han sido ellos quienes han puesto en marcha un proceso que ha estresado al país en los últimos tres años. Su retirada en el último momento a estas alturas de la historia sonaría a dislate.
En el último año, el proceso ha perdido a varios de los partidos que lo impulsaron, entre ellos ICV y UDC, pero además se han deteriorado las relaciones entre CDC y ERC, y más aún entre sus dos líderes. Todo ello ha hecho perder intensidad al movimiento soberanista y ha contagiado a las entidades de la sociedad civil que le acompañaban en este viaje. Y no sólo eso, sino que se han encontrado en la encru- cijada de tener que decidir entre las dos estrategias, lo que debilita su transversalidad.
Ciertamente, los partidos cotizan a la baja en la sociedad, así que no emocionan demasiado sus siglas, pero el regeneracionismo debe pasar por sus actitudes más que por sus etiquetas, por abandonar prácticas antes que por repintar las sedes. Las democracias son perfectibles, aunque el sistema de partidos forma parte de la estructura que las vertebra. En los últimos años han emergido las flaquezas (y las miserias) de los partidos, pero el problema es de control y transparencia. Las fiscalización de los ciudadanos ha sido implacable con las conductas y ha pasado factura a las formaciones.
Una lista electoral no puede ser un club de fans ni una lista de celebrities. La gente quiere que quienes diseñan las rutas luego conduzcan el coche.