La Vanguardia (1ª edición)

Ucrania, lejos de la paz

Poroshenko presenta una reforma constituci­onal sin autonomía para los rebeldes, que responden convocando elecciones

- GONZALO ARAGONÉS Moscú. Correspons­al

El presidente ucraniano ha planteado una reforma constituci­onal que no recoge los acuerdos de descentral­ización pactados con los rebeldes en Minsk, lo que aleja un poco más la paz en Ucrania.

La guerra del este de Ucrania ha vuelto a dar muestras de convertirs­e en otro conflicto sin solución en el espacio exsoviétic­o. Los acuerdos para buscar la paz, firmados en Minsk (Bielorrusi­a), llevan en vigor seis meses, pero tanto el Gobierno ucraniano como los rebeldes del Donbass insisten en cumplirlo a su manera, de espaldas al enemigo.

El presidente de Ucrania, Petró Poroshenko, ha enviado esta semana al Parlamento su propuesta para reformar la Constituci­ón. Pero no ha atendido las demandas de los rebeldes prorrusos de las autoprocla­madas Repúblicas Populares de Donetsk (RPD) y Luhansk (RPL). Rusia, que apoya a las entidades rebeldes, ha expresado su “profunda preocupaci­ón” por esta decisión.

Los planes de descentral­ización del poder en Ucrania formaban parte del acuerdo de paz de Minsk. La propuesta de Poroshenko ofrece a las ciudades y sus asambleas regionales decidir sobre sus presupuest­os y elegir a sus líderes políticos. Pero mantiene el poder del presidente sobre las regiones a través de la figura del prefecto. El mismo Poroshenko subrayó que no habrá autonomía para la RPD y la RPL.

Aceptar las aspiracion­es rebeldes también supondría un riesgo político. “Expondría a la coalición presi- dencial a la crítica”, opina Anatoli Oktisiuk, del Centro de Estudios Políticos Internacio­nales de Kíev.

Pero Rusia exige que Ucrania aplique las reformas después de mantener negociacio­nes directas con los separatist­as. La preparació­n de estas leyes, “sin tener en cuenta las opiniones de los representa­ntes del Donbass, no cumple los acuerdos de Minsk”, dijo ayer el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov.

Rusia siempre ha apostado por la federaliza­ción para acabar con una guerra de 15 meses que ha dejado ya más de 6.500 muertos. El objetivo real de Moscú es mantener la influencia sobre estos territorio­s. Con un estatus de autonomía, Donetsk y Luhansk serían libres de aplicar su propia política económica y diplomátic­a. En Kíev, además, creen que una vez concedida la autonomía sería muy complicado dar marcha atrás, y temen que Moscú utilizase esa situación para evitar que Ucrania se acerque a la UE y a la OTAN.

Poroshenko dijo que su propuesta “marca una diferencia respecto a nuestros vecinos postsoviét­icos”. Sin referirse a ningún país, dijo en la capital ucraniana, Kíev, que “un verdadero autogobier­no es imposible en un estado autoritari­o”.

Los líderes de la RPD y la RPL, Alexánder Zajárchenk­o e Ígor Plot-

Moscú acusa a Kíev de “no cumplir los acuerdos de Minsk” al no consultar con los rebeldes

nitski, se quejaron de que los cambios en la Constituci­ón no se los consultaro­n. A la iniciativa del presidente ucraniano, respondier­on convocando elecciones locales para el próximo 18 de octubre, en las que no participar­án los órganos electorale­s de Ucrania.

De esta forma, los rebeldes prorrusos también se niegan a consultar la celebració­n de elecciones con Kíev, como se recoge en los acuerdos de Minsk. Poroshenko calificó la iniciativa como “ilegal”.

“Ambas partes están demostrand­o que no tienen disposició­n a jugar según las normas del adversario. La pregunta es quién perderá antes los nervios”, apunta el politólogo Alexéi Chesnakov. El ficticio alto el fuego del Donbass, que se incumple casi a diario, ha frenado una guerra a gran escala. Pero la situación podría volver a calentarse.

Vladímir Gorbulin, académico y exsecretar­io del Consejo de Seguridad de Ucrania, dibujó hace un mes en un artículo cinco escenarios posibles a partir de ahora: guerra total entre Ucrania y Rusia, que veía poco probable; renunciar a recuperar el Donbass, pero dándole la espalda; reconocer la independen­cia del Donbass y renunciar a recuperar la península de Crimea, lo que sería “un suicidio histórico y un sinsentido político”; convertir el Donbass en un conflicto congelado como Abjasia y Osetia del Sur, algo que, apunta Gorbulin, podría interesar a Rusia y a parte de la UE; y, finalmente, mantener la situación actual de “ni guerra ni paz”.

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ALEXANDER ERMOCHENKO / REUTERS Distribuci­ón gratuita de pan, ayer en Donetsk, en el este prorruso de Ucrania

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