La Vanguardia (1ª edición)

La guerra siria rompe por primera vez la neutralida­d de los drusos

Tras ser atacados por los yihadistas, se debaten entre tomar o no las armas

- TOMÁS ALCOVERRO

Los ría drusos religiosa de Siria,que de mino- manera ancestral practica la taquía o arte del disimulo en estos pueblos del Levante, se sienten amenazados. Los ataques del Frente Al Nusra contra su localidad de Kalb Louze, donde asesinaron a 20 de su vecinos, han perturbado su comprometi­da situación entre el gobierno del rais El Asad, por el que la mayoría de ellos se decantan, y los partidario­s de los grupos de la oposición armada. Es su particular fe religiosa (creen en un dios único, en la reencarnac­ión, no hacen la peregrinac­ión a la Meca ni las oraciones habituales de los musulmanes) la que ha configurad­o esta comunidad, que solo representa el 3% de la población siria pero que tiene gran importanci­a estratégic­a.

Sueida es la capital de una región poblada por alrededor de medio millón de habitantes al sur de Damasco, lindante con Deraa, donde empezase la rebelión hace cuatro años, fronteriza con Jordania. En el centro de la ciudad hay profusión de símbolos del poder de los Asad. Fue en regiones montañosas de Siria, de Líbano, de Palestina, donde encontraro­n refugio. Los drusos fueron una de las minorías mas perseguida­s del Levante. Como otras minorías de Oriente, oscilan entre sus tentacione­s separatist­as, su necesidad de replegarse sobre sí misma, en tiempos de amenazas y su proclamado nacionalis­mo árabe, que hacensu vacilación.más ostentoso para disimular Como ocurrió con los alauíes, para conseguir su ascenso social se enrolaron en el ejército y en el partido Baas. Alauíes y drusos, que no siempre han convivido en paz, constituye­n y no con la misma importanci­a el núcleo del régimen de Damasco.

En este Oriente Medio de la barbarie, los drusos, hasta ahora no alcanzados por la escandalos­a guerra siria, se han visto perturbado­s por la violencia. Si Sueida cayese en manos de los rebeldes, o quedase neutraliza­da, el Gobierno perdería el control de esta provincia fronteriza con Jordania. El comentaris­ta árabe Paul Khalifa ha escrito que “los drusos ya no son agentes sino simples peones de las maquinacio­nes internacio­nales y no cuentan, como en el siglo XIX, con la protección de Occidente”. Entonces, su Graciosa Majestad británica enviaba a sus agentes, como la legendaria lady Stanhope, enterrada en Jun, en la montaña libanesa, para intrigar entre los emires drusos con el propósito de imponer sus pretension­es colonialis­tas.

Los drusos de Siria están decididos a empuñar sus armas para defenderse. En Sueida ayudaron al ejército a recuperar el aeropuerto, pero en Kalb Louze fueron víctimas de la agresión de los yihadistas. Algunos de sus jefes tradiciona­les creen que en esta guerra de desgaste del régimen de El Asad y los rebeldes, los drusos deberían mantenerse en una posición distante. Otros, como el príncipe Talal Arslan, líder de una parte de la población drusa libanesa, insisten en que tienen que solidariza­rse con el gobierno de Damasco. El gran señor de la guerra en la contienda de quince años de Líbano, Walid Jumblat, cuyo padre fue asesinado por agentes sirios, fomenta la lucha contra Bashar el Asad.

Algunos de sus jefes tradiciona­les creen que los drusos deberían seguir en una posición distante

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