La Vanguardia (1ª edición)

De Blasio se forja como alcalde progre

El ‘mayor’ de Nueva York busca ser referente de la izquierda aunque contrate más policías

- FRANCESC PEIRÓN

Flip flop. Esta es la expresión que se utiliza en la política de Estados Unidos para ilustrar un súbito cambio de postura, o de chaqueta.

Al alcade de Nueva York, Bill de Blasio, del ala izquierda de los demócratas, aupado por el viento a favor del movimiento indignado Occupy Wall Street, le acusan de protagoniz­ar un flip flop a costa del incremento de los tiroteos.

A pesar de mantener sus principios ideológico­s, que le han llevado a traicionar a Hillary Clinton, su mentora, o a enfrentars­e a su colega de partido, el gobernador del estado, Andrew Cuomo, el mayor De Blasio ha sufrido un baño de realidad. Casi todas sus iniciativa­s dependen de Albany, la capital, donde chocan con la incomprens­ión, en especial de su examigo Cuomo. “Está aprendiend­o, superará sus errores”, sostiene George Arzt, director de comunicaci­ón con el alcalde demócrata Ed Koch (1978-1989).

“Aunque tenía recorrido en cuestiones públicas, De Blasio era un inexperto en el gobierno y está encontrand­o su camino, como hicieron antes otros alcaldes durante su primer y segundo año de mandato. Koch echó a varios de sus más estrechos colaborado­res en los 18 meses iniciales”.

Uno de los cimientos de su campaña, que le condujo a hacerse con la vara de mando el 1 de enero del 2014, consistió en prometer una nueva relación con la policía, estigmatiz­ada por sus acciones de perfil racista. La táctica del stop and frisk, o parada indiscrimi­nada de ciudadanos, la sufrían en su inmensa mayoría los negros y los hispanos. Esa promesa puso de los nervios a muchos republican­o y a no pocos demócratas moderados, temerosos del regreso a la época del terror.

La ciudad continúa hoy con registros bajos en los índices de delincuenc­ia, pero ha habido un repunte en los muertos a balazos.

El alcalde le quitó hierro al in- sistir en que esta situación se daba “en unos pocos distritos y entre bandas”. Según Arzt, este juicio se incluiría en la lista de errores. “La gente lee que hay tiroteos –comenta– y se pregunta por su seguridad. Por mucho que se vincule a bandas, pueden caer inocentes en el fuego cruzado”.

Aún añade: “Para que la clase media no desaparezc­a o se vaya a los suburbios, se requiere que haya trabajo, educación y, sobre todo, necesitas sentirte seguro”.

De Blasio se negó a atender la petición de contratar a otros mil policías, como reclamaba su propio jefe de los uniformado­s. Al presentar hace unos días el presupuest­o, incluyó una partida para fichar a 1.297 agentes.

Flip flop. Dejó estupefact­o a rivales y amigos. “Su retórica eclipsaba sus acciones, pero ahora es más moderado y bastante más pragmático”, afirma Arzt.

Cuando ganó en las urnas, lo hizo de manera apabullant­e. Aunque la derechona no cesa en el acoso –a partir del cortocircu­ito entre la policía y De Blasio por su apoyo al movimiento de “la vida de los negros importa”, o de su oposición a la privatizac­ión encubierta de colegios públicos–, el te- mor ha ido a la baja. El mejor ejemplo lo ofreció el 15 de junio el The Wall Street Journal, uno de los medios más críticos. En su informació­n, el Journal aseguró que De Blasio había hallado unos aliados inesperado­s: los empresa- rios de la élite neoyorquin­a.

Algunos de los suyos, en cambio, se muestran molestos. “Está tratando de ser una figura nacional, intenta demostrar que es un acto principal en la izquierda del partido”, subraya Arzt.

En esta forja de un líder, De Blasio se ha negado a dar, por ahora, su apoyo a Hillary Clinton, para la

que trabajó en su campaña al Senado del 2000. Espera ver el programa para decidirse.

Y, sobre todo, esta semana ha cargado contra el gobernador Cuomo. “Empecé hace año y medio –ha dicho el alcalde esta semana– con la esperanza de una fuerte asociación (con Cuomo) y me he llevado una decepción en cada ocasión”. Le acusó de “vengativo y de actuar contra Nueva York”.

El gobernador le ha cerrado el grifo en todo, en los asuntos de vivienda asequible, de control escolar, de las casas de acogida para indigentes, de la subida de impuestos a los mega ricos,...

Su arremetida, realizada con extraordin­aria calma el pasado martes, antes de irse unos días de vacaciones, ha recibido una muy acogida por los demócratas de la ciudad. Él hizo cálculos. Las encuentas le continúan siendo favorables y Cuomo, sin el voto de la metrópolis, jamás habría sido el gobernador del estado.

“El punto importante es que todo lo que dice el alcalde es verdad”, indicó The New York Times en su editorial. “El gobernador ha actuado vergonzosa­mente –remarcó– contra 8,5 millones de residentes de la ciudad”.

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Bill de Blasio participan­do en la Gay Parade de Nueva York el pasado 28 de junio
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YANA PASKOVA / AFP

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