Flotillas
Ahora que la “flotilla de la libertad”, es decir, la excursión propagandística contra Israel, ya se ha acabado, y la monja y el resto de los frailes han vuelto a casa, llegan las preguntas. La primera es obligada. ¿Por qué todos estos que dicen preocuparse por las víctimas se van siempre a Gaza? Tal como está el mundo, sería imaginable una flota solidaria hacia Siria, donde la montaña de muertos es tan grande como nuestra vergüenza. O a Nigeria, donde miles de niñas son secuestradas, violadas y asesinadas. O a Teherán, a Doha o a Riad, donde las mujeres son tratadas como esclavas. Pero todas esas causas no tienen el único atractivo que moviliza a los grandes activistas, y es el Estado de Israel, con Estados Unidos de la manita. Es decir, que o hay perversos sionistas y yanquis maléficos o no hay causa. La segunda pregunta es de cajón: ¿por qué quieren romper un bloqueo naval si pueden transportar lo que quieran por tierra? La media son 800 camiones diarios hacia Gaza y 1,6 millones de toneladas de suministros anuales. Una tonelada por habitante. El bloqueo naval, legitimado por la propia ONU –in-
Para ayudar a Gaza, que se lo pidan a los 600 millonarios de la franja, enriquecidos con los túneles
forme Palmer–, sólo existe para evitar la entrada de armamento, y por lo tanto no tiene nada que ver con la ayuda humanitaria. Además, dado que la flotilla en cuestión sólo llevaba dos cajitas, es evidente que no tenía nada que ver con la ayuda. Por cierto, si quieren ayudar a Gaza, ¿por qué no les piden a los 600 millonarios censados en la franja (enriquecidos con los túneles y el contrabando de armas) y a los países del petrodólar que rieguen con dinero la zona? Sería una idea. Pero se trata de hacer creer que los perversos israelíes matan de hambre a los palestinos, aunque no haya escasez de alimentos ni medicinas. Falta material de construcción, pero, dado que hace dos días el propio Hamas enseñaba a la Iranian TV un nuevo túnel para entrar armamento, es lógico imaginar que estos materiales entren con restricciones.
La tercera consideración deriva de las otras: ¿a quién ayuda un show de esta naturaleza? Y la respuesta es sangrante: a la propaganda de Hamas, cuyo gobierno mata a opositores y periodistas, impone un régimen tiránico, impide toda posibilidad viable para iniciar negociaciones y usa la población de Gaza como escudo humano y material bélico. Es decir, que con flotillas y shows no sólo no ayudan a los palestinos, sino que dan oxígeno a sus líderes más fanáticos.
Finalmente, un añadido: de los cohetes Qasam que caen diariamente a la población civil israelí, convertida en diana de las fracciones islamistas, ¿la flotilla dice algo? ¿O los judíos deben morir porque toca? Ayer mismo, Malaji Rosenfeld, joven de 26 años que volvía de un partido de baloncesto, fue asesinado por un terrorista. Su hermano había muerto en un atentado en el 2002. Pero para estos salvadores de pega estas víctimas nunca cuentan. Son israelíes, ergo siempre son culpables.