En pelotas
Inextricable. Esta palabra la usaba mucho Borges y ahora yo no soy capaz de escribirla sin pensar en lo que deja Wert. Inextricable es lo que no se puede desenredar, según la RAE. Así es como está el sistema educativo español en todos sus niveles, tras una legislatura donde el gran acuerdo ha sido el desacuerdo en todo.
Wert se ha largado con cara de nota media. En su caso ha cateado. Lo ha dicho el CIS y toda la comunidad educativa. Aunque, qué más le dará. Hace un par de años su ministerio –el de este Gobierno– decidió que para conseguir una beca no bastaba con ser pobre. No, debías ser además un alumno de 6,5 de nota media, no fuera que los caraduras vividores se colaran en la universidad. El resultado: ahora sólo los pobres deben demostrar su capacidad. Y todo para rascar una ayuda que en muchísimos casos debe completarse a base de echar horas friendo patatas en un Burger King.
Resulta increíble que tanta inteligencia preclara no la pusiera el ministro al servicio de la sensatez. Puestos a subir la cota de excelencia de la universidad, podría haber empezado por incrementar el presupuesto. Pero no: becas a precio de hace una década y a sudar la austeridad.
En el fondo, no sé de qué nos extrañamos. Si algo caracteriza este país es su hedor a rancio, a mezquindad. La universidad es sólo un axioma. Una evidencia del desprecio que profesan los que mandan hacia los jóvenes. No veo la diferencia entre pagar un sueldo miserable o mantener a alguien como eterno becario y recortar en educación superior. Toda una generación corre el riesgo de entrar en la madurez con una mano delante y otra detrás. En pelotas y sin futuro.