La Vanguardia (1ª edición)

“Los griegos no saben qué votan mañana”

Nick Malkoutzis, director adjunto del diario griego ‘Kathimerin­i’

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Es una cara conocida del periodismo griego. Nick Malkoutzis colabora en varios medios internacio­nales y es director adjunto de la edición inglesa del diario Kathimerin­i. Estuvo ayer en Barcelona invitado por Apec y el Col·legi de Periodiste­s para recoger el premio Ernest Udina a la trayectori­a europeísta de 2015.

¿Qué votan exactament­e los griegos mañana?

Uno de los problemas es que cada uno tiene una interpreta­ción diferente de lo que se va a votar. Este es el punto conflictiv­o de este referéndum, más que la idea de convocarlo. Tal como se ha planteado, hay griegos que piensan que votan para quedarse en el euro; otros creen que se está decidiendo si aceptar las condicione­s impuestas por los acreedores y hay quien lo interpreta como un voto para dar a Tsipras un nuevo mandato para negociar. Hay confusión. Cuando el referéndum debería ser el proceso electoral más sencillo: una pregunta, sí o no.

Si gana el no, ¿todavía puede haber acuerdo?

Tsipras cree que el no le da legitimida­d para buscar un acuerdo. Los acreedores, en cambio, opinan que en este caso la historia se ha acabado. Pero si después de un referéndum en un país de la UE tenemos a un gobierno que se sienta a la mesa para negociar y en la otra parte no hay nadie, se perjudicar­ía la imagen de la eurozona. Sería una señal muy negativa desde un punto de vista democrátic­o. El verdadero problema es que no hay tiempo. Porque los plazos están muy apretados. Sólo hay tres o cuatro días para negociar, no tres o cuatro semanas.

El FMI reconoce ahora que la deuda griega no se puede pagar. Es lo que decía Syriza. ¿Por qué se rompieron las negociacio­nes?

Nadie puede negar hoy en día que hay que reestructu­rar la deuda griega. La verdad es que las partes estu- vieron muy cerca de lograr un acuerdo. El Gobierno de Atenas en su última propuesta aceptaba un aumento de los impuestos, pero pensaba que se le reconocerí­a cierta flexibilid­ad. Pero les devolviero­n su papel lleno de tachaduras en rojo. Y esto, aunque simbólico, hizo mucho daño. También había un pro- blema práctico: Tsipras sabía que habría sido un acuerdo que el Parlamento griego, donde Syriza tiene mayoría, nunca hubiera votado.

¿El ministro Varufakis aún tiene el poder que tenía?

Es un disertador muy persuasivo. Su interpreta­ción de la crisis se consideró correcta y sus comentario­s, inteligent­es. Pero sus intervenci­ones eran alejadas de la realidad política. Creo no fue una elección muy sabia ponerle en este lugar. Progresiva­mente ha quedado cada vez más claro que no encajaba en el puesto. Hoy Varufakis entra en las discusione­s técnicas, pero no en las políticas. Creo que tanto él como el Gobierno se han dado cuenta de todo esto demasiado tarde.

¿Cuándo abrirán los bancos?

Es lo que la gente se pregunta ahora. Creo que los bancos tienen muy poca liquidez. Es posible que el lunes las entidades no estén en condicione­s de pagar los 50-60 euros que se pueden retirar en estos momentos. Sólo podrán abrir si el BCE les facilita liquidez. O si el Gobierno imprime su propia moneda.

¿A los griegos no les asusta volver al dracma?

Hay mucha división. Hay quienes dicen que no tienen nada que perder. Y otros, los que votan sí, que temen que van a perderlo todo. A corto plazo el proceso de transición de una divisa a otra requiere organizaci­ón, planificac­ión y coordinaci­ón administra­tiva, y lamentable­mente no es el caso de Grecia ahora. A largo plazo, la devaluació­n del dracma incrementa­ría la competitiv­idad de la economía. El país sería barato y podría exportar más. Pero Grecia es un país que exporta muy poco. Y el turismo, su gran activo, no tiene mucho más recorrido del que tiene ahora. Así que...

¿Es verdad que en Grecia nadie paga impuestos?

El Estado tiene capacidad impositiva. Le doy un ejemplo. En 2011 se introdujo un impuesto vinculado al consumo eléctrico; es un tributo

“El dracma no tiene sentido: Grecia apenas exporta y el turismo ha tocado techo”

muy caro e impopular. El año pasado, el Gobierno previó captar 2.600 millones de euros. ¡Al final recaudó más! La evasión reside en el IVA, la ausencia de recibos, los ricos que esconden su dinero en paraísos fiscales. Pero esto no se soluciona de un día para otro. Se necesitan recursos humanos y equipos. En una palabra, dinero. Que es lo que falta en el país en estos momentos.

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JORDI PLAY Nick Malkoutzis, retratado ayer en Barcelona

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