Y EL ENCHUFISMO ELECTROCUTA
Por lo general, para realizar un buen trabajo, el aspecto sentimental debe quedar al margen. Un fotógrafo no podría informar de una guerra con los ojos empañados de lágrimas, y a un cirujano no le puede temblar el pulso en el quirófano. Así que, aunque estén implicados en su operación, mantienen la afectación a distancia. A eso se le llama profesionalidad.
Nada desestabiliza tanto como las emociones y nada es más emocional que las relaciones personales. Los mismos que antes denunciaban el uso del poder público para satisfacer intereses privados, contratan ahora a sus parejas, cuando no hay nada más privado que la familia. Alegan que los cargos de confianza se tienen que dar, pues eso, a las personas de confianza. Es decir, a los cónyuges, que han demostrado con creces su preparación. Nadie cuestiona su capacidad. Pero en caso de conflicto, ¿qué prevalecerá? ¿la gestión laboral o el buen entendimiento en casa? ¿Cómo despides a tu propio marido? ¿Con qué cara le miras cuando os metáis en la cama?
Contratar a un amigo o familiar queda mal. Además genera recelo: tanto sus compañeros de trabajo como los demás ciudadanos son conscientes de que, pase lo que pase en el futuro, siempre será más importante la persona que vive bajo el mismo techo de quien manda o gobierna.
Si no han visto House of cards y pretenden hacerlo, dejen de leer en este punto. Los que seguimos la serie sabemos que, cuando el presidente de Estados Unidos le consigue un puestazo a su mujer, no sólo tiembla su matrimonio. Tiembla el mundo entero.