El FMI reconoce ahora que Grecia necesita una gran rebaja de su deuda
Los cálculos de la institución elevan hasta el 200% del PIB las obligaciones del país El Parlamento griego vota hoy el acuerdo de rescate de Tsipras con la troika
Grecia necesitará un alivio de su deuda mucho más profundo de lo que sus socios de la zona euro han estado dispuestos a considerar, debido al deterioro de la economía y los bancos del país en las últimas dos semanas, según un estudio confidencial del Fondo Monetario Internacional (FMI) filtrado ayer a la agencia Reuters y confirmadas a este diario por fuentes cercanas al organismo financiero multilateral.
Apenas horas después de que Grecia y sus socios alcanzaran un acuerdo para iniciar las conversaciones sobre un tercer rescate de hasta 86.000 millones, el FMI envió su análisis actualizado sobre la sostenibilidad de la deuda pública griega. “El dramático deterioro en la sostenibilidad de la deuda apunta a la necesidad de un alivio en una escala que tendría que ir mucho más allá de lo que ha sido considerado hasta la fecha y a lo que ha sido propuesto por el MEDE”, señala el FMI en referencia al Mecanismo Europeo de Estabilidad, el fondo de rescate europeo.
De este modo, la institución considera necesario que los países de la eurozona concedan a Grecia un período de carencia de 30 años para el pago de su deuda pública, incluyendo los créditos nuevos, así como una drástica extensión de los vencimientos. Si no, deberían realizar transferencias anuales al presupuesto griego o aceptar “profundas quitas” en sus préstamos a Atenas.
Según este documento, la deuda pública de Grecia escalaría hasta el 200% del PIB en los próximos dos años, frente a su anterior previsión del 177%, y se mantendría en el 170% del PIB hasta el 2022, cuando hace dos semanas había calculado que bajaría hasta el 142% del PIB.
La actuación del FMI ha sido bastante errática en las últimas semanas con pronunciamientos en favor de una quita sobre la deuda griega apenas tres días antes del referén- dum en el que el 61% de los griegos dijeron no a la austeridad que querían imponerles los acreedores y que al final han tenido que aceptar multiplicada por tres. El FMI ha repetido el criterio griego de que la deuda es insostenible a pesar de que Atenas incurrió en un impago el pasado 5 de junio pero su directora general, Christine Lagarde se encuentra en plena campaña para ser reelegida y necesita mostrarse muy dura porque muchos países del tercer mundo consideran que Grecia, un país más o menos desarrollado a fin de cuentas, ha recibido una asistencia financiera desmesurada con la que deberían haber cargado exclusivamente sus socios de la unión monetaria europea.
Mientras tanto, las filtraciones acerca de la actitud alemana a lo largo de las 17 horas de negociación sugieren que la primera potencia de la zona euro sigue barajando la posibilidad de que el parlamento griego rechace el acuerdo y se vea obligado a dejar la zona euro.
Mientras, Grecia huele a pólvora. Tras seis años de crisis, el paisaje político amenaza con saltar por los aires una vez más. La debacle financiera hundió a los partidos que habían gobernado desde 1974 y que firmaron los dos programas de rescate con la troika. Dinamitó el eje izquierda-derecha e hizo emerger a Syriza como la gran fuerza antiausteridad. Ahora parece que todo esté a punto de estallar de nuevo. El tercer rescate que Alexis Tsipras se dispone a aprobar ha desgarrado su partido y en el horizonte asoma un nuevo eje: euro-dracma.
La primera foto del incipiente paisaje político se tomará hoy en el Parlamento. Tsipras tiene hasta medianoche para aprobar el primer paquete de reformas que la eurozona le exige para arrancar el rescate. Tendrá a su lado a la oposición y en
Tsipras presenta las reformas al Parlamento para que sean votadas hoy
contra a decenas de diputados de su partido, que consideran que acatar las condiciones es traicionar al 61,5% de votantes que votaron contra la austeridad en el referéndum.
La nueva legislación fue ayer presentada ante el Parlamento y será debatida y votada hoy por el pleno en otra larga noche griega. Hay subidas fiscales (IVA, impuesto de sociedades, productos de lujo o introducción de un impuesto extraordi- nario para ingresos superiores a 500.000 euros), la introducción de una cláusula que obliga al Gobierno a llevar a cabo recortes “semiautomáticos” si incumple el déficit o una reforma de las pensiones.
Las medidas chocan con el programa y los ideales de Syriza. Los moderados del partido votarán a favor, tapándose la nariz, al considerar que no hay otro camino para mantener a Grecia en el euro. El ala
dura, en cambio, aboga cada vez más ruidosamente por nacionalizar los bancos y volver al dracma. Entre 40 y 60 diputados podrían votar hoy en contra de Tsipras.
Entre los rebeldes está la presidenta del Parlamento, Zoe Konstandopulu, el ministro de Energía, Panayotis Lafazanis, o el exministro de Finanzas Yanis Varufakis, que ya ha explicado que su ministerio estudió la salida del euro, pero que no siguió adelante porque requería “una decisión ejecutiva que nunca se tomó”. Tsipras también tiene problemas con su socio de gobierno, el partido derechista Griegos Independientes. Su líder y ministro de Defensa, Panos Kamenos, ha acusado a los socios europeos de llevar a cabo “un golpe de Estado” para derrocar al Gobierno de Grecia. Ha sido ambiguo sobre su voto y ha dado libertad a sus diputados.