La Vanguardia (1ª edición)

El somero desfile de Francia

La celebració­n del 14 de Julio en París, entre la jugada griega, el frente del Este y la canícula estival

- RAFAEL POCH

EParís. Correspons­al stampida vacacional entre dos olas de calor tropical en París. En las carreteras, embotellam­ientos que reeditan La autopista del sur del Cortázar de los sesenta. En los Campos Elíseos, hoy avenida sin alma secuestrad­a por una globalizac­ión cutre de tienda cara, souvenir barato y selfie, algunos parisinos, franceses de provincias cargados de niños y turistas presencian el desfile de la fiesta nacional. Por la noche, fuegos artificial­es y bailongo, pero no el de Le moulin de la Galette. En el Montmartre de hoy el monótono cunga-cunga electrónic­o se impone sobre cualquier romántico agarrao, como en la inquietant­e película de Ettore Escola. Para los indiferent­es a los compases de la fiesta nacional, ahí sigue Brassens, aunque algo desanimado.

Los fanáticos llegan a la aveni- da con horas de adelanto, empuñando una tricolor de papel que en su reverso publicita la página Sengager.fr con la que el ejército tienta on line a los jóvenes con un futuro en la gran máquina de matar, uno de los pocos atributos de superiorid­ad que aún tiene Francia sobre su vecino alemán. Por poco tiempo.

El desfile es somero: sólo 3.500 soldados, 55 cazas y 31 helicópte- ros, pero no tanques. “Están de maniobras en Polonia”, es decir, atosigando a Rusia en el frente ucraniano. ¿Qué se le ha perdido a Francia allá, en la estúpida guerra contra Rusia? Es un Berezina, esa batalla ausente de la lista del arco de triunfo que la lengua francesa convirtió en sinónimo de hundimient­o: Francia no tiene política exterior propia, sus teléfonos los escuchan en Washing- ton con ayuda de Berlín. El macho de la pareja franco-germana practica violencia de género contra ella. La eurocanall­ada de Grecia es una advertenci­a directa a toda manifestac­ión de soberanía. La gran apuesta sigue enfocada hacia las guerras de África. Las unidades antiterror­istas, que recogen en la Francia metropolit­ana parte de lo sembrado en Siria, Libia e Iraq, abren la parada. “Los franceses unidos, rindiendo homenaje a sus fuerzas de seguridad”, explica el locutor por la tele, pero en el cruce de la avenida Matignon con los Campos Elíseos, quien recibe el aplauso más caluroso es el cuerpo de bomberos.

Hay dispositiv­o de seguridad pero el ambiente no es policial, sin tosquedad ni rudezas. Pasada la aviación, la infantería y los blindados, François Hollande saluda a familiares de heridos de guerra,

Los franceses no creen en la efectivida­d del acuerdo griego: el 68% dice que Grecia no saldrá de la crisis

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CHARLES PLATIAU / REUTERS El primer ministro francés, Manuel Valls, toma una fotografía mientras el presidente François Hollande sigue el desfile militar

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