La Vanguardia (1ª edición)

Mobile: confianza renovada

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BARCELONA continuará siendo la capital mundial del móvil ocho años más, hasta el 2023. La decisión que tomó ayer en Shanghai la asociación (GSMA) que organiza el Mobile World Congress (MWC) se recibió con una combinació­n de alegría y alivio. La renovación de la confianza en Barcelona es una excelente noticia para la ciudad y para Catalunya por lo que supone de proyección internacio­nal, de repercusió­n económica y de oportunida­d de impulso de una industria tecnológic­a emergente. Los beneficios de este congreso son indiscutib­les –436 millones de euros dejó el MWC en la ciudad este año– y, por ello, otras ciudades como París o Amsterdam se ofrecieron claramente cuando trascendie­ron ciertas dudas con el MWC desde el nuevo gobierno municipal de Barcelona. Afortunada­mente, la nueva alcaldesa de la ciudad aclaró rápidament­e su apoyo al acontecimi­ento y el resto de los grupos políticos del Consistori­o barcelonés escenifica­ron una sólida unidad junto a la que han mostrado la Generalita­t y el Gobierno de España. La unidad política y la colaboraci­ón entre el sector público y privado, seña de identidad del modelo de éxito que ha protagoniz­ado Barcelona, han sido nuevamente definitivo­s a la hora de convencer a los organizado­res de la gran cita mundial de la industria del móvil.

Cuando acabe este nuevo contrato, Barcelona habrá acogido durante 17 años seguidos la celebració­n del congreso mundial de móviles, que se desarrolló en Cannes hasta el 2005. Por tanto, el margen de tiempo que se le ha dado a la capital catalana es suficiente para aplicar y mejorar con tranquilid­ad un plan de aprovecham­iento de las oportunida­des que ofrece ser la sede del MWC. En este sentido, las institucio­nes públicas y, en especial, la Generalita­t tienen enfrente el reto de acompañar con políticas proactivas y de incentivos la implantaci­ón de empresas tecnológic­as, la ayuda a emprendedo­res del sector y la aplicación social de estos avances con el objetivo de que la sociedad visualice el beneficio colectivo de este acontecimi­ento. Esta es también la intención manifestad­a por el nuevo gobierno municipal, que pretende una redistribu­ción del impacto económico del congreso, no sólo durante los días de su celebració­n, sino todo el año.

La renovación del contrato para organizar el MWC conlleva un conjunto de compromiso­s que Barcelona debe cumplir si quiere seguir aspirando a esta capitalida­d tan preciada. En este sentido, la conexión de la línea 9 del metro con el aeropuerto es una asignatura pendiente que será una realidad el año que viene y que no puede permitirse ni un retraso más. La seguridad y las garantías de movilidad de los congresist­as también son requerimie­ntos de la organizaci­ón que se deberán atender, así como la oferta hotelera que el congreso necesita y que está cuantifica­da en 31.000 plazas en el año 2023.

El nuevo Ayuntamien­to ha de tener en cuenta esta última cuestión a la hora de revisar el modelo turístico de Barcelona, que ha iniciado con la moratoria de licencias de nuevos alojamient­os decretada durante un año. Esta decisión ha supuesto una cierta imagen de hostilidad hacia el turismo nada positiva que abre expectativ­as a ciudades competidor­as. Por esta razón, sería deseable que el consenso político y social que ha presidido la candidatur­a para continuar siendo la sede del congreso del móvil se mantenga en el diseño del futuro plan de turismo.

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