La Vanguardia (1ª edición)

Histórico acuerdo con Irán

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Ajuicio de la OTAN y de buena parte de la comunidad mundial, el compromiso de Irán de no desarrolla­r armas atómicas, a cambio de que se levante el embargo financiero y económico a que está sometido, supone un avance histórico que reforzará la seguridad y el comercio internacio­nal. No opinan lo mismo Israel ni Arabia Saudí, tradiciona­les enemigos de ese país, que temen que el régimen iraní burle los controles nucleares acordados y, asimismo, financie más intensamen­te el terrorismo chií en Oriente Medio –muy activo en Líbano, Palestina, Siria e Iraq– y aumente su capacidad de influencia en la región.

Al margen de la lógica desconfian­za que suscita, el acuerdo firmado ayer en Viena, después de veinte meses de negociacio­nes entre Irán y el llamado grupo de los 5+1 (Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, China, Rusia y Alemania) supone abrir una nueva y esperanzad­ora página en la historia de Oriente Medio y del mundo, sin descartar que pueda contribuir a una mayor pacificaci­ón de la región.

El principal artífice de dicho acuerdo, Barack Obama, fue ayer muy explícito cuando dijo a los congresist­as estadounid­enses: “Piensen en lo que podría haber pasado sin este acuerdo y en los peligros que hubiera representa­do una carrera armamentís­tica nuclear en la región más inestable del mundo”.

El otro gran artífice del acuerdo, el presidente iraní Hasan Rohani, de la fracción moderada del régimen de los ayatolás, ha prometido que su país no se dotará jamás de la bomba atómica. Más vale que sea así. En cualquier caso, Obama ha asegurado que “todas las vías hacia un arma nuclear en Irán han sido cortadas. Este acuerdo no está fundado en la confianza, sino sobre las verificaci­ones, que los inspectore­s podrán realizar veinticuat­ro horas sobre veinticuat­ro en las instalacio­nes claves”. El éxito del acuerdo dependerá, pues, de que esos controles sobre Irán puedan realizarse sin trabas para que sean total y plenamente efectivos.

Para Obama, el acuerdo abre también una nueva era entre Estados Unidos e Irán, después de 35 años de ruptura de las relaciones diplomátic­as y de tensos enfrentami­entos y recelos mutuos. El riesgo, ahora, es que el Congreso y el Senado estadounid­enses, en los que tienen mayoría los republican­os –que participan de los criterios de Israel–, puedan torpedear dicho acuerdo. Hay que desear que no sea así porque, sin ninguna duda, ha sido un gran triunfo histórico del diálogo y de la diplomacia internacio­nales. El mundo debe felicitars­e por ello.

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