La Vanguardia (1ª edición)

Ese libro es mío

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No sé qué es lo que hace que un libro que se pasó un porrón de años en el estante de una librería —una de Vic, en este caso, que no era de lance ni anticuaria— llegue por fin a tu casa. Es decir, sí lo sé: nadie antes se hizo con él. A mí me parece extraño, puesto que, además, se trata de un título nada fácil de encontrar. Acaso influye en ello el género: la poesía; y el precio: 20,50 euros. Trasladen el importe anotado a las pesetas que costaría la obra al salir al mercado, exactament­e en febrero de 1992.

Y es que la fecha no es baladí: significa que este pequeño volumen bellamente editado por Quaderns Crema —cubiertas de cartoné y tela de un amarillo trigo—, que forma parte de una exquisita colección titulada In amicorum numero, hoy extinta, permaneció exactament­e veintitrés años olvidado del mundo, incógnito entre otros volúmenes —que, por lo general, no atesoran, ni por asomo, la calidad de este— , inadvertid­o de los ávidos ojos de los compradore­s de poemarios. Con el paso del tiempo, las hojas —que, en su juventud, debieron de ser de color blanco hueso— amarillean, o, peor aún, grisean; y el olor que despide al hojearlo recuerda el de los legajos antiguos que acumularon una película de polvo. Pero la tinta —color ala de cuervo— sigue arraigada, indeleble, en la página. Yo tengo el ejemplar número 613 (de un tiraje de 1.000).

Me resulta francament­e incomprens­ible que alguien que, en cierta ocasión, hubiera abierto este libro y reparado en los siguientes versos: “No llegan, de ninguna parte, nuevas de lo que ocurre: / abatido, me he sentado para redactar una carta a la nada”, no desembolsa­ra de inmediato el dinero con que apropiárse­lo. O estos otros: “Nos acecha un banco de oscuras nubes. / Ya caen gotas, persiguien­do mis versos”. ¿Cómo alguien que lea un verso como el que sigue: “Las bellas muchachas cortan raíces de loto” puede dejar escapar el libro? Inexplicab­le.

Aunque, a decir verdad, ¿tiene alguna importanci­a que nadie se llevara, antes que yo, este magnífico libro a su casa? El poeta nació en China en el año 712. ¡Es todo un clásico! (razón de más para no echar estas traduccion­es en el abandono —como medio dice la canción). Por cierto, me he estado refiriendo a Cinquanta poesies de Du Fu, traducidas por Joan Ferraté. “¿No habrá de serme útil, mi nombre de poeta? / Viejo y achacoso, no quiero cargo ninguno”.

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