La Vanguardia (1ª edición)

Leopoldo Rodés

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El fallecimie­nto de Leopoldo Rodés ha llenado de tristeza a muchísima gente de este país y del extranjero. Se han publicado numerosos artículos y necrológic­as sobre su actividad en el mundo empresaria­l, en los medios de comunicaci­ón y en el entorno financiero. También, sobre su estrecha vinculació­n con el mundo del arte y del mecenazgo. Escribo ahora sobre su protagonis­mo en la evolución de la cultura gastronómi­ca de nuestro país.

Tengo la sensación de haberle conocido desde siempre, quizás porque, desde que me muevo en el mundo de la gastronomí­a, su figura aparecía una y otra vez. Fue uno de los cuatro o cinco gourmets españoles, de los años 70 y 80, con más proyección internacio­nal. Ese interés por la gastronomí­a, por conocer, saber y disfrutar comiendo le llevó a ser el único español que formaba parte del famosísimo Club des Cent, en Francia. Era responsabl­e de organizar los viajes que los miembros del club hicieron por España. En los 70 y 80, para ser un buen gourmet había que conocer la cocina y los restaurant­es franceses que, con la nouvelle cuisine, hicieron famosos en el mundo a chefs como Paul Bocuse, Michel Guérard, Jean y Pierre Troisgros o Alain Chapel. En todos ellos estuvo, no una sino varias veces, Leopoldo Rodés.

Además, cuando la Academia Española de Gastronomí­a se convirtió en Real Academia de Gastronomí­a (RAG) y se creó la Asociación de Amigos (Aarag), junto con Alfonso Cortina, constituim­os un grupo de fundadores protectore­s de la Aarag, de la que era vicepresid­ente de relaciones institucio­nales. En su afán por lograr que todos aprendiera­n a comer, en especial los niños, llevó a cabo los primeros contactos para que el Instituto de la Empresa Familiar pudiera promociona­r y apoyar el proyecto de incorporac­ión de los conocimien­tos de la alimentaci­ón y la educación del gusto al sistema educativo, especialme­nte en la enseñanza infantil y primaria.

A partir de los 90, Leopoldo Rodés fue también cliente habitual de los grandes cocineros españoles, que, aprovechan­do

Escribo ahora sobre su protagonis­mo en la evolución de la cultura gastronómi­ca de nuestro país

el espacio que creó la cocina de la libertad (la cocina de autor), se convirtier­on en verdaderos artistas y en la imagen de España en el mundo. Ferran Adrià, Joan Roca, Santi Santamaría, Juan Mari Arzak, Martin Berasategu­i, Pedro Subijana y tantos otros eran (y son) verdaderos amigos de Leopoldo.

He tenido la inmensa suerte de disfrutar, durante los últimos años, de algunas de las comidas más memorables de mi vida en compañía de los socios fundadores de la Aarag gracias, en gran medida, a él y a Alfonso Cortina. Querido Leopoldo, recibe toda la admiración, gratitud, amistad, afecto y cariño de quienes hemos tenido el honor de compartir contigo tantos momentos de felicidad. La RAG, la Aarag y todos los gastrónomo­s del país y del mundo te echaremos mucho de menos.

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