Despellejando a ‘Chechu’
De haberlo visto, cosa que ignoro por completo, no sé qué le habría parecido a Mariano Rajoy el especial en diferido que los de Comedy Central le montaron el pasado domingo por la noche al Gran Wyoming. Y más ahora que tan arrepentido dicen que está nuestro Mr. President por lo del, en su cariacontecida opinión, desagradecido giro bolivariano de La Sexta.
Sabiendo cómo se las gasta el irreverente presentador de El intermedio, parecía claro que El Roast de El Gran Wyoming sería una auténtica reivindicación del humor a la yugular en terapéutica clave selfie. Y es que, con amiguetes tan iconoclastas, respondones y deslenguados como los suyos, ¿quién necesita atrincherados detractores soltando maquiavélicas barbaridades? Autorretra(c)tado a la fuerza, el cada vez más grande Wyoming plantó cara sin apenas despeinarse a los descacharrantes pullazos que le dedicaron, como mandan los cánones de tan sarcástico formato, sus desmelenados colegas (esos que le llaman Chechu en la intimidad). Como dejó bien claro desde el principio un enorme Buenafuente, la cosa iba de reírse a quemarropa de Wyoming, bombardeo bajo fuego amigo al que se apuntó él mismo sin que le temblase el pulso o se le notasen las argumentales costuras en ningún momento.
Dispararon con bala y sin reparar en gastos Arturo Valls, Falete, Loles León, Antonio Castelo, Yolanda Flores, Pablo Carbonell, Santiago Segura e incluso el nada neutral presentador de la gala, amiguetes de profesión de los de toda la vida que aprovecharon el exceso de confianza y la mediática coyuntura para intentar sacarle los colores, airearle los trapos sucios, afearle la conducta, reprocharle lo que hiciera falta e incluso buscarle las colaterales cosquillas a un políticamente incorregible showman que comienza a saber más por sexagenario que por diablo. Por decirle le dijeron de todo: que si vago, que si viejo, que si “guapo en el sentido forense del término”, que si potencial “pajarona”, que si “cierraprogramas”, que si “destrozachistes”, que si estaba más
Wyoming plantó cara sin apenas despeinarse a los descacharrantes pullazos que le dedicaron esos que le llaman ‘Chechu’ en la intimidad
muerto en el mundo de la canción que Nino Bravo, que si cornudo consentido, que si yendo por la vida de “Gran” Wyoming seguía luciendo paradójico micropene… El resultado fue un hilarante espectáculo en el que todos sin excepción recibieron lo suyo por alusiones, y en el que no faltaron los previsibles chascarrillos a costa de los del PP, que para algo son su mayor fuente de inspiración, militancia y choteo.
Imperturbable fajador, Wyoming se reservó su bien ganado derecho a réplica para repartir a su vez estopa por tierra, mar y aire, demostrando que lo suyo es lo contestatario en estado puro, el ingenio de guerrilla y el humor a calzón quitado, y que él vale más por lo que suelta por esa boquita que Dios le ha dado que por lo que se calla. Por ejemplo, a los que en su momento no dudaron en acusarle por igual de gastárselo todo en drogas y de practicar la especulación inmobiliaria, les recomendó que se pusieran de acuerdo, que “o cocaína, o pisos”, que las dos cosas al mismo tiempo son presupuestariamente insostenibles. Genio y figura hasta en la picota.