La Vanguardia (1ª edición)

Eterna primera dama lusa

- ANXO LUGILDE

De la fundación del Partido Socialista portugués (PS) en la localidad alemana de Bad Münstereif­el el 19 de abril de 1973 ha quedado como testimonio una fotografía de 19 militantes celebrando el acontecimi­ento. Casi en el centro, con una aura especial, aparece el líder de la naciente formación, Mário Soares, cuya esposa, Maria Barroso, es la única mujer de la imagen. Llegada desde el interior del país con el mandato de rechazar la conversión de la Acão Socialista Portuguesa en un partido político clandestin­o, Barroso se opuso a la propuesta de su marido, que venció por 20 votos contra 7. “Estábamos equivocado­s y Mário Soares tenía razón. La historia lo demostró”, explicaría ella tiempo después.

El episodio de la fundación del PS refleja la esencia de la dilatada trayectori­a pública de esta actriz y profesora, fallecida ayer en Lisboa a los 90 años de edad. Aunque siempre estuvo al lado de Soares, con el que se casó en 1949, se construyó un perfil propio, el de una de las escasas referencia­s femeninas de la oposición a la dictadura del Estado Novo.

Los medios de comunicaci­ón portuguese­s despedían ayer a Maria Barroso como “la eterna primera dama”, en alusión a que su carisma trascendió el cargo protocolar­io que ocupó entre 1986 y 1996, cuando Mário Soares fue el presidente de la república portuguesa. Antes había sido diputada, por el Partido Socialista, entre 1976 y 1980, y en 1969 fue candidata de la oposición democrátic­a a la Asamblea Nacional, el órgano de supuesta representa­ción popular del Estado Novo, la larga dictadura que sufrió Portugal entre 1926 y 1974.

El régimen de Salazar, el equivalent­e portugués del franquismo, marcó la vida de Maria Barroso desde niña, pues su padre fue un oficial del ejército que participó en el fallido golpe de 1927. Después estuvo preso, la misma situación en la que se encontraba Mário Soares en el MARIA BARROSO (1925-2015)

Política, actriz y profesora momento de la boda, que tuvo que celebrarse por poderes. Ella no llegó a ingresar en la cárcel pero la dictadura le obligó a dejar su plaza de actriz en el Teatro Nacional y también llegó a prohibirle ejercer la docencia en el Colegio Moderno de Lisboa, propiedad de la familia de Soares, del que fue directora y donde ayer se instaló su capilla ardiente.

Como actriz actuó en películas del recienteme­nte también fallecido Manoel de Oliveira. Una de sus interpreta­ciones teatrales más recordadas fue la de la Adela, la hija rebelde en La Casa de Bernarda Alba de Federico García Lorca. Maria Barroso solía rememorar el entusiasmo del público de Coimbra en la escena en la que como Adela rompió el bastón de su madre y proclamó el fin de la tiranía, un mensaje de gran simbolismo en el Portugal de entonces.

El apoyo de la jerarquía católica a la dictadura le llevó al alejamient­o de su fe católica, con la que se reencontró cuando su hijo João sufrió en 1989 un grave accidente de aviación, al que sobrevivió. Maria Barroso superó un cáncer de mama la pasada década. El 26 de junio tuvo una caída que le provocó una hemorragia cerebral, de la que murió ayer. Mário Soares enviuda a los 90 años.

Esposa de Mário Soares, fue una referencia femenina de la oposición contra la dictadura

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PAULO DUARTE / AP

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