La Vanguardia (1ª edición)

Los sonidos de la cumbre

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Si la política se hace en un gran escenario, las cumbres europeas son uno de sus teatros privilegia­dos. Así como el concepto pasillos del Parlamento no suele generar ninguna imagen definitiva, las cumbres continenta­les con la concentrac­ión de sus principale­s dirigentes suelen ser más interesant­es desde el punto de vista de la iconografí­a. Y esto es así porque las conversaci­ones de a pie entre los jefes de Estado se suelen producir en el mismo lugar donde después se sentarán y decidirán. No se trata por tanto de un encuentro previo para rebajar tensiones, sino que en estos primeros tanteos se están hilando ya algunos de los principios que luego se establecer­án alrededor de las mesas. Podríamos decir, como certificac­ión del éxito narrativo del in media res en el relato contemporá­neo, que la cumbre ya ha comenzado cuando parece que todavía estamos en su prólogo. Por eso la imagen de Rajoy dando la espalda al terceto protagonis­ta que están detrás de él, Merkel, Hollande y Tsipras, ha resultado tan significat­iva y demoledora.

Se ha querido analizar esta imagen del Rajoy solitario sentado en la mesa con cara inexpresiv­a, en términos exclusivam­ente visuales, aludiendo a su incapacida­d para llevar una conversaci­ón fluida en inglés o francés y al aislamient­o que ello conlleva. Pero ante esta evidencia fácil, propongo imaginar esta misma imagen en su dimensión sonora. Es evidente que a pesar de la frontalida­d de la fotografía, Rajoy estaba a

Rajoy no escucha ni entiende lo que pasa a su espalda; no se ha dado cuenta de que la cumbre ya ha comenzado

rozar de la conversaci­ón que mantenían a su espalda los tres actores principale­s de la cumbre. Y que para cualquier persona interesada en las cosas que tenían que pasar a continuaci­ón, era destacable aguzar el oído para saber cuál era el ambiente que se respiraba. En las dos fotografía­s que se han difundido de este momento podemos ver, en una, como Tsipras sonríe a Hollande, que está completame­nte de espaldas a la cámara, que podemos imaginar que ha hecho un comentario verbal que al dirigente griego le ha hecho gracia, o que le ha servido para rebajar la tensión. En la siguiente fotografía, que es la realmente significat­iva pero que se ha difundido menos porque está encuadrada de manera asimétrica, Merkel se ha girado del grupo en que departía antes y se ha incorporad­o a la conversaci­ón con Hollande y Tsipras. El dirigente griego le sonríe a Merkel, pero en ese momento todos los demás miembros que están alrededor se han dado la vuelta y escuchan lo que se está diciendo en el grupo principal. Es en esta imagen desencuadr­ada donde la soledad de Rajoy es todavía mucho más significat­iva, porque sencillame­nte no escucha ni entiende nada de lo que pasa a su espalda. No se ha dado cuenta quiénes son los que hablan, no se ha dado cuenta de que la cumbre ya ha comenzado, como sí lo saben todos los otros actores que participan del conjunto de la imagen.

Los informativ­os televisivo­s se contentan en enseñar las imágenes de estos encuentros con la voz en off del periodista que intenta explicar lo que ya somos capaces de ver. Pero lo que resulta realmente interesant­e es tener los sonidos de la cumbre, los que Rajoy no era capaz de descifrar.

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