Un proceso a 18 velocidades

Hace 40 veranos, las bicicletas más comunes (aquellas míticas Derbi, Orbea o BH) tenían una sola marcha. Primaba la comodidad sobre la velocidad, ya que su estructura recia y su piñón único las convertían en un peso muerto. No digamos ya en las subidas desde la playa hasta el apartamento de la urbanización posfranquista. Con los años, afortunadamente, la marcha única sería superada por una revolucionaria bici utilitaria que incorporaba tres piñones: el de subida, el de bajada y el de llano; es decir, la vía fácil, la dura y la tercera vía.

Hoy vivimos en una sociedad más avanzada que ha hecho suyos los logros tecnológicos. Por eso, cualquier cicloturista que se precie se desplaza en bicicletas de 18 desarrollos (las combinaciones posibles entre dos platos y nueve piñones) o 21 (tres platos y siete piñones). Tanta diversidad permite elegir en cada momento la marcha adecuada, de forma que no afloje la cadencia y el avance se mantenga constante.

En política se ha seguido una evolución paralela: del parti- do único hemos pasado a este festival de la diversidad que son las elecciones del 27-S, del que da cuenta la información que abre las páginas de Política. Los partidos que han protagonizado la era del bipartidismo imperfecto o han saltado por los aires o bien han tenido que camuflarse bajo marcas de nuevo cuño. ¡Nunca ha habido tanto donde elegir! Y, sin embargo, los discursos siguen anclados en la época de las Derbi de tres velocidades: o estás con el procés, o en contra o en esa tercera vía que algunos dan por muerta.

Pero las papeletas disponibles en las elecciones que Artur Mas convocará mañana son tantas como los desarrollos de una bici moderna. Uno puede avanzar rumbo hacia un sueño con piñones grandes pero no con el más grande (el buen ciclista sabe que no conviene quemar las naves desde el principio de la cuesta) o seguir recorriendo el llano sin probar la extrema rigidez de los piñones más pequeños.