Una invitación irrechazable
Martín Rodríguez-Sol cuelga la toga para entrar en la política de la mano de Unió
Hay propuestas que son difíciles de desoír. A Martín Rodríguez-Sol le ofrecieron participar en una coyuntura política única desde primera línea, y él creyó que era el momento y la oportunidad de hacerlo. Por eso va a colgar la toga y entrar en la política de la mano de Unió Democràtica de Catalunya: para él era una invitación irrechazable.
Con todo, no ha sido fácil dar el paso, dejar una carrera, la de fiscal, en la que pensaba que se jubilaría, pero de alguna manera también sabía que en ella había tocado techo, tras ser fiscal jefe de Catalunya, y aún tenía ganas de asumir nuevos retos. El empujón definitivo se lo dio su familia, que le animó a aceptar el desafío. Sus hijos le secundan ahora con las nuevas tecnologías en esta etapa, y le ayudan a mantener activa su cuenta en Twitter. En breve pedirá la excedencia para adentrarse en la política, como número dos de la lista de Unió; un mundo que tiene unas normas que él no domina y que están alejadas de los procedimientos judiciales.
Martín Rodríguez-Sol es de una familia de juristas por los dos lados: por los Rodríguez, jueces y fiscales; por los Sol, abogados. Y también han participado en otras épocas en la política. Así, Romà Sol Mestre, su bisabuelo, letrado de formación y periodista y escritor por afición, militó en el Partido Liberal y en la Lliga Regionalista, y fue presidente de la Mancomunitat durante unos meses, cuando falleció Prat de la Riba.
Su abuelo fue juez y él nació en Palma de Mallorca en 1958, ya que este fue el primer destino de su padre como fiscal. Cursó la carrera de Derecho en Lleida, donde, entre otros, tuvo como profesores a José María Mena, que también fue fiscal jefe de Catalunya, y a Delfí Guardia, que ocupó la Conselleria de Justícia de la Generalitat a propuesta de UDC.
A los 24 años entró en la carrera fiscal. Su primer destino fue San Sebastián, en 1981, en los años del plomo del terrorismo y donde, además, le tocó vivir ya como integrante del Ministerio Público los avatares del 23-F. El resto de sus 33 años de carrera han discurrido en Catalunya, donde ha ejercido como fiscal jefe provincial de Lleida, de Barcelona y fiscal jefe de Catalunya. Fue entonces cuando surgieron sus desavenencias con la Fiscalía General del Estado, en la época de Eduardo Torres-Dulce, en el 2013, que conllevaron la apertura de un expediente de remoción y la invitación a dimitir, que él cogió al vuelo. Rodríguez-Sol, aunque no es independentista, defendió la legalidad de la consulta.
Uno de sus hitos como fiscal de a pie fue llevar a juicio la acusación por el llamado fraude de la Seguridad Social, un macroproceso que sentó en el banquillo a cien personas. Consiguió que, antes de iniciarse la vista, 88 de ellos llegaran a una sentencia de conformidad, que llevaba aparejada un reconocimiento de culpa.
Precisamente el acuerdo era una de sus líneas de trabajo como fiscal. Cree que los de su oficio deben dialogar con los abogados en busca de puntos en común, para así obtener mejores resultados en la aplicación de la justicia. De hecho, durante su breve paso por la jefatura de la Fiscalía de Catalunya, impulsó la redacción de un protocolo para llegar a las conformidades; los pactos por los cuales se acepta una culpabilidad, se resarce el delito y se consigue una rebaja de la pena.
Los Rodríguez-Sol son ocho hermanos; otros dos de los cuales son también fiscales y tres licenciados en matemáticas. Casado,
Aunque los billetes para Ítaca se vendan en Madrid, cree que habrá diálogo si cambian los taquilleros
mantiene que tiene seis hijos, aunque uno de ellos falleció siendo un niño a causa de una cruel enfermedad.
Hombre de profundas convicciones religiosas, no es de extrañar que el paso a la política lo haya dado de la mano de una formación democristiana. Piensa que puede aportar su conocimiento y capacidad de interpretación de las leyes y es consciente que la le- gislatura tendrá no pocos sobresaltos y dificultades.
En su fuero interno estima que la declaración unilateral de independencia es una quimera, porque el 28 de septiembre y después los catalanes continuarán siendo españoles. Así lo marca la legalidad y la situación, porque, entre otras cosas, quien seguirá marcando la vida cotidiana serán cuerpos estatales como la judica- tura, o la Hacienda Pública. Eso no quiere decir que no contemple la posibilidad de un choque de legitimidades, aunque piensa que es posible el diálogo, porque vivimos una democracia real. En su presentación como número dos de la lista de UDC definió que los billetes para Ítaca se venden en Madrid, pero conserva la esperanza de que, si cambian los taquilleros, el acuerdo es posible.