Púnica, el fétido olor de la corrupción
La investigación arroja sospechas sobre una posible financiación irregular del Partido Popular
El primer informe serio sobre irregularidades en la política fue firmado por los fiscales de Catalunya Carlos Jiménez Villarejo y José María Mena (los mismos del caso Banca Catalana) en el verano de 1992, denunciando fraude en las subvenciones públicas con “cierto aroma de corrupción”. Los efluvios ya son un son un tufo que se sigue merced a sumarios como el llamado Púnica, uno de los más graves por número de implicados y volumen, y que desvela formas venales de gobernar, sobre todo en la Comunidad de Madrid, y que arroja sospechas sobre la financiación del Partido Popular.
El cóctel de la corrupción no es muy original: cójase un político (Francisco Granados) y un empresario amigo de pocos trámites (David Marjaliza), bátase y ya se tiene el mejunje. Así fue. Además, este político no era cualquiera: exsenador, secretario general del PP de Madrid entre el 2004 y el 2011 y exconsejero de Presidencia, Justicia e Interior y Trasportes de la Comunidad de Madrid. Granados es lo que ahora en derecho internacional se define como un PEP (Persona Especialmente Expuesta), cuyas cuentas son controladas con rigor. En la Navidad del 2013, la Fiscalía Suiza remitió a España un informe sobre los ahorros que Granados había acumulado en el país helvético, por si pudieran estar relacionados con el blanqueo de capitales. Desde ese momento, el juez de la Audiencia Nacional, Eloy Velasco, y la Fiscalía Anticorrupción se pusieron en marcha y revelaron la red Púnica. El caso saltó a la opinión pública el 27 de octubre del 2014, cuando la Guardia Civil detuvo a 51 políticos, ediles, funcionarios y empresarios, entre los que estaba Granados, aún en prisión provisional.
El sumario Púnica acumula ya 92 imputados, 50.000 folios y concesiones bajo sospecha por valor de 250 millones de euros. En principio, afectaba a seis ayuntamientos de la provincia de Madrid (todos gobernados por el PP excepto Parla, en manos del PSOE), si bien luego la mancha se extendió a las comunidades autónomas de Valencia y Murcia. Y en origen era lo de siempre (pagar por obtener contratos ventajosos). El juez Velasco, en uno de sus autos, apuntaba a que también podríamos estar ante un caso de financiación irregular de un partido, el PP. Así lo escribió: “Ante la cercanía de la campaña electoral del 2015, parece que los licitadores tenían que contribuir de alguna forma” a cambio de las licitaciones. Unas adjudicaciones que, añade, no venían dadas por ser “la oferta más adecuada a los intereses sociales, sino porque se ayuda de alguna manera a financiar irregularmente a un partido político
que sustenta la sobras públicas”. Por eso Púnica tiene una considerable dimensión política, que ha convertidos a políticos veteranos (como Esperanza Aguirre, expresidenta de la Comunidad de Madrid) en prisioneros de los actos de Granados, y a otros recién llegados (Cristina Cifuentes) en rehenes de las consecuencias.
Pero además la corrupción no se puede desprender de un componente cutre. El exdiputado regional del PP José Miguel Moreno llamó a Marjaliza y le espetó: “Me voy de vacaciones, prepárame la pasta”, para luego añadir que él se hizo diputado “para tocarse los huevos”. Lo sexual también fue invocado por un exconcejal de Valdemoro, José Javier Hernández, quién dejaba así claro a quién iba a parar un concurso: “va a ser la empresa que este señor (Marjaliza) traiga, que me suda la polla el nombre”. Y uno de los intermediarios fue sorprendido por la Guardia Civil cuando ocultaba en su americana dos sobres, uno con 60.000 euros y otro con 20.000. Ya no tiene nada de baladí el patrimonio acumulado por Marjaliza, según el juez: más de 33 millones de euros. Para ocultarlo había construido una habitación secreta en su vivienda. Además, su nombre figura en 419 cuentas bancarias, mientras que el de Granados llegó a estar en 53. Desde aquel informe del año olímpico de 1992, la corrupción en España ha sido de campeonato, a pesar de la crisis. La lista de casos es interminable, pero Púnica tiene un lugar estelar en esta historia de aromas fétidos.
El sumario alcanza los 50.000 folios; hay ya 92 imputados y concesiones por valor de 250 millones