Tortuga bandera, en peligro
Entidades naturalistas de la península Ibérica se unen para conservar el galápago europeo, actualmente en declive
Son desconfiadas, retraídas y tienen poca agresividad. Viven en aguas limpias, dulces o salobres pero siempre remansadas. Se alimentan de peces, ranas, tritones, sanguijuelas o pequeñas aves. También comen animales muertos que flotan en las aguas, además de algún vegetal. Son los galápagos europeos, una especie muy valorada aunque su situación en la península Ibérica es crítica porque está en creciente regresión. El grupo ibérico para la conservación de Emys Orbicularis (Giceo), integrado por entidades españolas y portuguesas, quiere poner freno al imparable descenso de ejemplares y cree haber encontrado la fórmula: aunar esfuerzos e iniciar los trámites para que el ministerio de Agricultura la catalogue como especie vulnerable o la declare en peligro de extinción.
“No existen medidas generales para su protección, ni planes oficiales para la recuperación. Hay grupos que trabajaban en investigación o en programas de crías en cautividad pero de forma aislada”, lamenta Fernando Blanca, responsable del programa de cría en cautividad del galápago europeo de Grefa (Grupo de rehabilitación de la fauna autóctona y su hábitat). “Es necesario una protección a nivel global, aunque en algunas comunidades, como en Galicia o Madrid, ya está catalogada”, concreta César Ayres, coordinador del grupo, cuyos miembros han iniciado los trámites con el Ministerio de Agricultura para aportar la documentación científica requerida a fin de conseguir la nueva categoría, con la cual por obligación legal el Gobierno tendrá que desarrollar un plan de conservación y recuperación para mantener la población de dicha especie.
A lo largo de la costa Mediterránea y en Galicia, su situación es muy crítica. Se sospecha igualmente que está en declive acentuado en el valle del Ebro, en la cuenca del Duero y en Extrema- dura y que ha sido eliminada de la gran parte del valle del Guadalquivir y de muchas otras zonas. En Madrid, según algunos estudios, sólo cuenta con pequeñas poblaciones (en torno a unos 300 ejemplares). En Navarra hay censadas unas 700 tortugas y se estima una población de 2.200. En el parque natural del Montgrí, Illes Medes y Baix Ter, en los Aiguamolls de l’Empordà o en el lago de Banyoles, por citar algunos, varias entidades han llevado a cabo actuaciones para su conservación, como soltar juveniles con microchip, poner trampas de galápagos exóticos o liberar galápagos europeos.
Una de las principales amenazas de esta especie es la destrucción, alteración y contaminación de su hábitat. “Precisamente, la complejidad de conservación se debe a que está tanto en el acuático como el terrestre. Así que te- nemos que ocuparnos de ambos. Además, hemos detectado que en muchos casos el lugar donde vivía era hostil, degradado y contaminado. La idea es intervenir para salvar las poblaciones de origen natural hasta que por sí solas ya no nos necesiten”, aclara Albert Vilardell, miembro del departamento de biología animal de la Universitat de Girona.
Las capturas accidentales asociadas a la pesca del cangrejo rojo americano y el expolio y el furtivismo para consumo humano también son otra causa de su declive. Al igual que la presencia de un parásito mortífero, el cual ya ha matado un 25% de la población en la península. “Es la primera vez que se detecta en Europa. Los huevos del parásito taponan sus venas y sufre fallos vasculares hasta que muere. El galápago americano lo ha transmitido. Es un parásito natural en las tortugas americanas”, detalla Ayres, quien añade que “la creación del nuevo grupo permite compartir información y evitar que se propague”.
El Giceo, que cuenta con centros y asociaciones de Catalunya, Valencia, País Vasco, Galicia o Portugal, trabaja desde su creación, en octubre pasado, para unificar los criterios y protocolos en censos, análisis genéticos, captura o incluso marcaje, entre otras tareas. “Hasta ahora, cada uno lo hacía a su manera”, precisa Blanca, quien recalca la importancia y la urgencia de conservar el galápago europeo: “Si tú la proteges, no sólo la proteges a ella, sino a todo un ecosistema. Es una especie de paraguas”. El galápago europeo “tendría que ser una especie bandera. Un pequeño gran tesoro, y la tendríamos que tratar como un patrimonio natural”, concluye Vilardell.
El grupo ha iniciado los trámites para que sea catalogada como vulnerable o en peligro de extinción