La Vanguardia (1ª edición)

Giménez Valls ya ejerce

La sociedad leridana despide a Joan Piris y valora su espíritu de ayuda a los desfavorec­idos

- PAU ECHAUZ Lleida

El nuevo obispo de Lleida, Salvador Giménez Valls, nombrado esta misma semana por el Papa Francisco, no ha esperado al mes de septiembre para tomar contacto con la que ha de ser su nueva misión pastoral. El viernes, aprovechan­do el puente aéreo que une Menorca con el aeropuerto de Alguaire, se plantó en su nuevo destino con ánimo de “involucrar­me desde el primer momento en mi tarea porqué reconozco que Lleida es para mí una gran desconocid­a”.

Giménez Valls mantuvo reuniones con su antecesor y ahora obispo emérito, Joan Piris y el vicario general y administra­dor diocesano, Ramon Prat, con los que acordó el traspaso de poderes y también con la comunidad sacerdotal leridana entre los que destacaban algunos de los sacerdotes que trabajan en la delegación diocesana de Cali, en Colombia. En declaracio­nes a los medios de comunicaci­ón, Giménez Valls planteó dos líneas de actuación, seguir en la línea de renovación eclesial iniciada por su antecesor y poner el acento en la promoción de vocaciones religiosas. “Vengo de un obispado pequeño y en Lleida es muy importante el entorno urbano. Quiero mostrar mi ilusión por dedicarme a esta nueva tarea”, explicó. El nuevo obispo dio ayer un largo paseo por la ciudad para tomarle el pulso. “Soy diabético y me impongo cada día una hora o más de paseo. Me llevo una impresión muy agradable y ya me siento como en casa”.

Respecto del litigio sobre los bienes artísticos reclamados por Aragón dijo que conocía el asunto pero “que ahora me tocará estudiarlo más a fondo”. Giménez Valls espera actuar “con la intención de evitar enfrentami­entos” y explicó que ni su antecesor Piris, ni el nuncio ni el Vaticano le habían dado instrucció­n alguna sobre el asunto.

La visita relámpago de Giménez Valls interrumpi­ó las vacaciones del ahora obispo emérito, Joan Piris, que volvió a Lleida para cumpli- mentar a su sucesor. Piris se despidió de los medios de comunicaci­ón esta semana y su intención era rehuir el protagonis­mo en favor de su sucesor. “Me toca desaparece­r. Ahora no soy nadie, sólo un emérito, el protagonis­mo es para mi sucesor, que les puedo avanzar, porque lo conozco, es un bon xic”, afirmó.

La proximidad y la franqueza han caracteriz­ado la labor del prelado durante siete años, una etapa que en medios diocesanos se califica de “fructífera” porque ha conseguido renovar la iglesia leridana y, con la ayuda de una eficiente red de entidades cristianas, poner el acento en la acción social. “Con Piris, la comunidad cristiana se ha hecho samaritana, con especial atención a los pobres, pero sobre todo se ha hecho una iglesia sinodal, esto es, una iglesia que hacemos entre todos”, afirma mosén Ramon Prat, vicario general. Esta idea de “estar presente entre la gente, la de la Iglesia implicada en la vida diaria”, fue la que llevó al obispo a asistir como espectador a una reunión de la plataforma antidesahu­cios de Lleida, que celebraban sus asambleas en un local de la parroquia de Santa Maria Magdalena. El obispo escuchó atentament­e todo lo que allí se explicaba y actuó en consecuenc­ia. De esta reunión surgió la idea de destinar el edificio del antiguo seminario a viviendas sociales. Piris consiguió la ayuda de institucio­nes, profesiona­les y empresas para la remodelaci­ón del espacio, un proyecto que se ha dado por concluido esta primavera y que para el obispo “cierra un círculo”.

Como en todas las expedicion­es, algún tramo del viaje ha sido complicado, como sucedió entre el 2010 y el 2011 cuando Piris se encontró en el centro de la polémica política y eclesiásti­ca por la posesión de una importante colección de arte sacro conservada en el Museu de Lleida y que es reclamada con insistenci­a por el obispado de Barbastro. El obispo llegó a firmar su renuncia a las piezas reclamadas por Aragón por obediencia al Vaticano pero consciente de que la legislació­n catalana las protege. Fueron momentos muy difíciles en los que llegó a plantearse la dimisión del cargo. Hoy, con distancia suficiente, cree que la solución no puede llegar de los obispos y que lo sensato es llegar a un acuerdo político que suponga compartir las obras entre museos.

Joan Piris es un hombre muy activo y con la jubilación piensa repartir su tiempo entre su tierra valenciana y Lleida, aunque no descarta viajar a Cali (Colombia) en visita pastoral. “Igual allí necesitan ayuda”, afirma. Seguirá predicando, en el templo, en la calle o en las redes sociales donde tiene espacio propio. Es el facebook del samaritano.

“Me toca desaparece­r; ahora no soy nadie, el protagonis­mo es para mi sucesor, es un ‘bon xic’”, dijo Piris

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CORTÉS, LAURA / ACN El nuevo obispo de Lleida, Giménez Valls, con el administra­dor diocesano, Ramon Prat

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