El Castor sobrevuela el almacén nuclear
Las polémicas entre administraciones relega a un segundo plano si los terrenos de Villar de Cañas son idóneos para albergar el ATC
La polémica por el cementerio nuclear que permitirá almacenar los residuos de alta actividad que albergan ahora las piscinas de las centras nucleares se ha vuelto a recrudecer. La decisión de la Comunidad de Castilla-La Mancha de impedir su construcción ampliando su protección medioambiental ha sido respondida por el ministerio de Industria con decretar por ley su construcción alegando interés general. Un enfrentamiento más en un largo proceso que se inició en el 2009 cuando el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero planteó la necesidad de dotar a España de un almacén temporal centralizado (ATC), seguido de la decisión del recién Gobierno de Mariano Rajoy (2011) de que fuera el pueblo conquense de Villar de Cañas el lugar que acogiera el cementerio. Enfrentamientos por una obra que cuenta con las voces a favor del sector y en contra, la de los ecologistas. Y en medio, unos ciudadanos que sienten que tanta polémica camufla la cuestión de fondo: ¿Es segura la infraestructura que se proyecta con nuestro dinero (mil millones de euros)?
La sombra del proyecto Castor –construcción de un depósito estratégico artificial de gas natural situado frente a la costas de Castellón y Tarragona, en el Mar Mediterráneo– sobrevuela sobre una ciudadanía que recuerda có- mo cuando empezó la construcción de este depósito se comprobó que provocaba sismos. Aquello terminó con la paralización de aquella magna obra y una indemnización a la constructora de más de 1.350 millones de euros salidos directamente de los bolsillos ciudadanos (diciembre del 2014).
Y es que al margen de la polémica, la realidad es que las dudas sobre la idoneidad del emplazamiento escogido en Villar de Cañas, un pueblo de menos de 500 habitantes, persisten con fuerza. Sí, por mucho que el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) haya dado por válido el lugar esta misma semana y que el ministro José Manuel Soria haya dicho que si no se construye, el recibo de la luz subirá un 30%. Porque la cuestión no es nimia. No se habla de construir un silo o una autovía, sino de la construcción de un depósito de residuos altamente radioactivos.
¿Quién lo pone en duda? Sencillamente, los expertos. A finales del 2014, el Colegio Español de Geólogos (ICOG) emitía un comunicado en el que criticaba con dureza la selección del emplazamiento, alegando además que los estudios geológicos preliminares habían sido “muy insuficientes e inadecuados” y que se habían seguido criterios “fundamentalmente políticos”. A juicio de los geólogos, era preciso que el CSN analizara “en detalle y con el máximo rigor todas las variables de riesgo presentes”, así como “tomar en consideración el factor temporal” para que “la inversión realizada no resulte frustrada”. La sombra de Castor planea sobre el ATC.
No es la única crítica. Un informe de avance de evaluación realizado por una consultora medioambiental, por encargo del CSN, alertaba del surgimiento de “graves problemas en el futuro en las estructuras de cimentación de las instalaciones”, si no se valoraba “adecuadamente la información geológica y geotécnica”.
¿Desde el 2014 a este verano, las dudas sobre la idoneidad del terreno se han disipado? En absoluto pese a la aprobación del CSN. El voto particular en contra de la que fuera ministra socialista de Medio Ambiente (los otro cuatro consejeros, nombrados dos por el PP, otro por el PSOE y uno por CiU, votaron a favor), Cristina Narbona, deja claro que las dudas persisten con fuerza. Narbona, defensora de la consrucción de un ATC en España, recuerda que “muchos” de los informes técnicos de evaluación y notas informativas elaboradas por varias áreas de la Dirección Técnica de Seguridad Nuclear (DSN) del CSN alertan “con claridad sobre la mala calidad de los terrenos de la parcela escogida” en Villar de Cañas. Estos advierten que son “inadecuados tanto desde el punto de vista de la seguridad como desde el punto de vista del previsible incremento del coste”.
Informes por el Área de Ciencias de la Tierra (CITI) confirman también las características desfavorables en el terreno de cimentación del ATC. Así, por ejemplo –indica Narbona–, una de las conclusiones afirma textualmente lo siguiente: “Se ha constatado que los terrenos en los que se asienta dicho emplazamiento presentan diversas características desfavorables (...) relativas a la presencia de materiales yesíferos y materiales arcillosos en contacto con el agua”.
Los expertos no dudan de que se pueda construir el ATC en este pueblo, ya que hay soluciones técnicas para casi todo. Lo que insisten es que no se ha estudiado con la profundidad que requiere una infraestructura de estas características y, aún menos, el sobrecoste de realizar la obra en Villar de Cañas. ¿Por qué no se hacen las cosas bien?