La Vanguardia (1ª edición)

El sueño de Kurdistán

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Desde que se levantaron contra el Gobierno de Al Asad y pactaron con las demás fuerzas rebeldes de Siria, el Kurdistán sirio ha sido, de facto, un territorio independie­nte. Con la proclamaci­ón del Estado Islámico (EI) también nacía el sueño de un Kurdistán libre. La esperanza llenó al pueblo kurdo cuando se vieron al frente de la campaña internacio­nal contra el estado terrorista. Una victoria sobre el EI otorgaba un futuro prometedor en la creación de un Estado kurdo moderado, y apoyado por Occidente.

Ya llevaban dos años controland­o las regiones kurdas de Siria, coordinado­s con el Kurdistán iraquí en su intento de unificarse y convertirs­e en nación. Llevan dos años aguantando posiciones con el EI, llevándose las bajas y la destrucció­n que conlleva estar en primera línea. Y en esa situación, en pie de guerra contra milicias armadas, el mundo entero les traiciona. La entrada de Turquía en el conflicto convierte a los kurdos (enemigos tradiciona­les de Turquía) en poco más que una banda terrorista que también hay que destruir.

La irrupción de Turquía derrite la idea de un Kurdistán libre y unificado. La ONU y la OTAN, deseosas de contar con un aliado poderoso y reconocido en la zona, el primer ejército profesiona­l que pretende combatir al EI, han dado la espalda a los kurdos y han echado por tierra toda su lucha anterior y todos sus muertos.

Turquía cuenta con el décimo ejército más poderoso del mundo, justo detrás de Alemania y Japón. Cuentan con un ejército bien preparado, bien equipado, bien liderado y con una flota aérea que duplica a la española. Y Ankara considera a kurdos y yihadistas como el mismo mal. Así pues, todos pueden ser barridos con el mismo rencor llevando aquel sueño fugaz que fue Kurdistán al olvido.

EDUARDO LEONELLI

Sant Cugat del Vallès

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