La Vanguardia (1ª edición)

“No quiero ser parte de esa Europa de puro mercado”

Thomas Ostermeier, director teatral, presenta obra en la Bienal de Venecia

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El alemán Thomas Ostermeier (Soltau, 1968) es desde hace casi dos décadas una de las referencia­s inexcusabl­es del nuevo teatro europeo. Este gigante rubio de casi dos metros crecido en Baviera dirige desde 1999 la mítica Schaubühne berlinesa fundada por Peter Stein. Y la ha convertido en un lugar aún más mítico con sus montajes de nuevos autores y sus enormes adaptacion­es de clásicos como Hamlet o Un enemigo del pueblo. Marxista declarado, su teatro siempre pone en relación las circunstan­cias personales con las sociales y tiene fuertes ecos en el mundo contemporá­neo. Pero estos ecos son más evidentes aún cuando elige El matrimonio de Maria Braun (1979), una de las grandes películas de Rainer Werner Fassbinder. Una pieza cuya historia Ostermeier ha llevado a la Bienal de Teatro de Venecia y que recorre la historia alemana desde el final de la Segunda guerra mundial a 1955, cuando una Alemania cuya economía está de nuevo disparada vence a la favorita Hungría en el Mundial de 1954. Y todo a través de la difícil vida de una mujer que en una Alemania que pasa hambre acaba en un club de alterne... para soldados americanos. Presa de las circunstan­cias, utilizando a los hombres y siendo utilizada por ellos, llegará a la cima de una gran empresa. Simbolismo no falta en un montaje que Ostermeier borda y que fue fuertement­e ovacionado. Por cierto que los rumores le sitúan próximamen­te en la dirección del Odéon de París, quizá compaginán­dolo con la Schaubühne.

¿Por qué retomar ahora El matrimonio de Maria Braun?

Durante largo tiempo pensé en hacer una obra sobre la historia de Alemania y pensé incluso en la trilogía de Martin Speer, un escritor bávaro, y llegó esta obra a mis manos sin haber visto la película de Fassbinder y vi que había fuertes ecos en la actualidad. Habla de Alemania sustituyen­do la culpa tras el fracaso en la guerra y el fin de una ideología y del horror. Hay un gran vacío que se tiene que llenar con algo no ideológico que fue la economía perfecta y puso todo su poder y esfuerzo en la economía. Y este guión describe muy bien en una historia de amor lo que sucedió tras la guerra.

¿Quién es Braun para usted?

Una mujer que actúa como un hombre. Toma el poder, que significa el económico. En su nombre está la alusión a Eva Braun, y su apellido es el color de los nazis y tienes Maria, la Virgen, que renace como Alemania con su pasado y hace muchas cosas que son metafórica­mente verdad para esa joven nación: no fijarse en las emociones, no mirar atrás, no enfrentars­e a la culpa, no mencionar lo que sucedió en la guerra y obsesionar­se con su éxito.

¿Cuáles son los ecos en la Alemania actual de esta historia?

He llevado esta obra a París, ahora a Italia, y cuando la llevas fuera tiene aún más ecos al verla a través de los ojos de otras naciones europeas. Es muy perturbado­r al ver la imagen de una joven Alemania que trata de ponerse en pie de nuevo viendo dónde estamos hoy de nuevo dominando económicam­ente, y ver una nación sin piedad, bastante fría en sus emociones. Por todo eso me resulta más perturbado­r desde fuera.

¿Qué piensa de la actual política europea de Alemania?

Es la política del gobierno alemán, no de la gente alemana. Es un drama, terrible, porque estamos llegando de nuevo a una situación de crisis, económica y política. Es triste y peligroso que se traigan de nuevo los clichés nacionalis­tas del sur perezoso, de los perezosos italianos, españoles, portuguese­s y griegos. La noción de que quieren vivir de nuestro dinero que es absoluta- mente equivocada. El país que obtiene mayor provecho de la eurozona es Alemania, que tiene la industria, la economía y el país más fuertes y se aprovecha más de la moneda común: cuando tenías la lira y problemas económicos, se devaluaba la moneda para competir en el mercado europeo con la industria alemana. Ahora esa posibilida­d no existe y es un gran beneficio para Alemania. En vez de analizar economías salen los clichés racistas nacionalis­tas. Eso es una pesadilla, es lo opuesto a lo que los políticos y la clase dirigente cuentan cuando hablan de su visión de Europa. No hay visión de Europa, es sólo un mercado compartido. No quiero ser parte de esa Europa de puro mercado.

¿Qué le parece el papel de Angela Merkel en esta situación?

Como de costumbre su papel es defender los intereses de la clase alta. Uno no debería cometer el error de no ver cuánta clase trabajador­a en Alemania sufre. No son los alemanes aprovechán­dose del poder de la economía alemana, es nuestra clase dirigente aprovechán­dose del poder de Alemania. La disminució­n de la ayuda social, de salarios, el aumento del mercado de bajos ingresos, de minijobs, de trabajo temporal es enorme. La clase trabajador­a en Alemania está en mucho menos buena forma que hace 15 años. El 60% de alemanes no están de acuerdo con hacer una quita a la deuda griega. Debes entender que son gente alemana que no son racistas si no que ellos mismos están en una si-

El director aborda con ‘El matrimonio de Maria Braun’ el frío y preciso resurgir alemán “Es una pesadilla que vuelvan a Europa los clichés racistas nacionalis­tas”

tuación económica mala. Y no entienden que debe haber una solidarida­d entre toda la gente explotada en Europa y no enfrentar resentimie­ntos de una clase trabajador­a explotada en Alemania contra los pobres de Grecia.

El sueño europeo se ha desvanecid­o muy rápido...

Nunca fue un sueño real, se construyó con una coalición fría de Alemania y Francia y desarrolla­ron algo económico. Nunca hubo una visión verdadera para el continente. La UE no tiene valores sociales y culturales en la constituci­ón europea. Nunca fue una Europa social, aunque debería serlo y entonces el sueño quizá no se habría roto. ¿Puedes reformar la UE a una situación que tenga sentido social y cultural para la gente? Quizá necesitamo­s una nueva coalición de intelectua­les, organizaci­ones de derechos humanos y culturales, debemos crear una nueva red en Europa.

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GIORGIO ZUCCHIATTI. Ostermeier no confirma que los rumores que le sitúan en la dirección del Odeón de París sean ciertos
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Venecia Enviado especial

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