Programa multicolor
Precedido de una fama lo bastante justificada, y conocido por sus actuaciones wagnerianas (entre otros lugares en el Festival de Bayreuth), Klaus Florian Vogt, considerado por mucho un tenor wagneriano poco “típico”, quiso presentar en este debut suyo en Peralada un panorama muy completo de sus especialidades vocales, todas del romanticismo y post-romanti- cismo alemán. Acompañado del pulcro y sensible pianista Jobst Schneiderat, empezó con unos lieder de Schubert de La bella molinera en los cuales el tenor mostró una gradación vocal destacable (en la estrofa en que se hablaba de piedra –“Stein”– la voz atacaba con más dureza) y dejó claro que tenía un timbre muy homogéneo, una proyección vocal muy bien estudiada y una musicalidad destacable.
Todo eso se manifestó todavía más en la magnífica aria de Tamino de La flauta mágica de Mozart, que nos dejó con ganas de oír más, pero el programa iba adelante y ofrecía ahora piezas wagnerianas. Estas, con el acompañamiento sólo de piano, a pesar de la calidad del pianista, quedaban un poco extrañas, sobre todo el “Winterstürme" de la Walkíria; pero en cambio el “In fernem Land” del Lohengrin resultó magistral.
Después del descanso, las piezas del oscuro Hans May (1886-1958) resultaron un poco frías, pero el tenor entró ahora en la fase de la opereta germánica con escogidas piezas de Lehár y Kálmán, entre las cuales el pianista nos ofreció un excelente solo con el antiguamente famoso Minué de Paderewski (el compositor polaco que llegó a ser presidente de su país).
Klaus Florian Vogt remató el recital con más opereta, culminando su exhibición vocal con la célebre pieza “Dein ist mein ganzes Herz”, de El país de las sonrisas. Los consistentes aplausos que provocó esta última obra propiciaron un par de bises: el primero la canción Maria, de West Side Story y el segundo una airosa pieza de la opereta Giuditta, de Franz Lehár. El público salió muy contento del recital pero los dioses nos castigaron con un aguacero tan inmenso como inesperado, y el tenor, el pianista y todos los presentes tuvieron bastante trabajo al salir de la Iglesia del Carme.