La suerte del ‘Duende’
El patrón Jacinto Rodríguez, de 84 años, cae por la borda de su velero cuando se dirigía a la competición en Mallorca
Jacinto Rodríguez, el veterano armador y patrón del velero Duende, de Arenys de Mar, admite que ha vuelto a nacer a sus 84 años. El conocido navegante se dirigía en su velero, un TP52, con varios miembros de su tripulación, entre los que se encontra- ban su yerno y un nieto, realizando la travesía a Palma de Mallorca, para participar en la Copa del Rey, cuando cayó al mar, en torno a las 4 de la mañana del sábado, a unas 8-9 millas de Dragonera, en el extremo suroeste de la isla mallorquina.
Soplaban más de 30 nudos de viento de popa y ya se había for- mado bastante mar cuando Jacinto Rodríguez dio orden de arriar la vela mayor para mantener un mejor control del barco, que navegaba por encima de los 10 nudos de velocidad. En plena maniobra, el barco trasluchó violentamente y la botavara alcanzó en la cabeza al patrón, quien se fue por la borda tras golpearse también la pierna izquierda con un candelero. No llevaba chaleco salvavidas, ni arnés.
Más de cinco horas después pudo ser rescatado tras un intenso operativo de búsqueda de Salvamento Marítimo, con barcos y helicópteros. Durante ese tiempo, el curtido navegante se mantuvo a flote intentando efectuar el menor esfuerzo posible y, según explicó a este diario, sólo con el paso de las horas llegó a sentir frío en la cabeza y entonces la sumergía de cuando en cuando porque el agua del mar estaba más caliente que el aire de la mañana. Esa temperatura del Mediterráneo en verano ha sido fundamental en su supervivencia, además del probado temple del patrón.
Ayer, el rostro de Jacinto Rodríguez mostraba las tremendas huellas del impacto de la botavara: los párpados amoratados e hinchados y puntos de sutura por la frente hasta prácticamente el lagrimal del ojo izquierdo. Y una venda en la pierna izquierda por el desgarro muscular sufrido.
Pero Jacinto Rodríguez está empeñado en comenzar hoy la competición, pese a la oposición de su esposa, Inés Mansilla, quien vivió en esa madrugada uno de los momentos más dramáticos de su vida, al dar por perdido a su marido. Y pese a algunos daños sufridos también por el barco mientras le buscaban.