La Vanguardia (1ª edición)

Las empresas biotecnoló­gicas buscan mercado en las enfermedad­es raras

El sector investiga fármacos minoritari­os que no desarrolla­n las farmacéuti­cas

- MAR GALTÉS Barcelona

Las enfermedad­es raras, las que afectan a menos de 5 de cada 10.000 individuos, en conjunto al 7% de la población de países desarrolla­dos (se calcula que hay 3 millones de personas afectadas en España), cargan con el sambenito de que no interesan a la industria farmacéuti­ca. Existen entre 6.000 y 8.000 enfermedad­es raras diferentes y sólo se tiene conocimien­to médico y científico del 30%. Pero en este contexto, la industria biotecnoló­gica reivindica que buscar soluciones a estos problemas no resueltos es para ella una buena vía de investigac­ión, un camino que requiere volúmenes de inversione­s más asequibles y que llegado el caso puede ser tan rentable como cualquier otro proyecto farmacéuti­co. Las biotecs, hermanas pequeñas de las farmacéuti­cas, están en una fase de maduración y de construcci­ón de un relato capaz de atraer cada vez a más inversores. El enfoque a las enfermedad­es raras se convierte en un optimista filón.

“Hay que poner en valor todo el potencial de investigac­ión que hay en las enfermedad­es minoritari­as” dice Melqui Calzado, secretario general de Catalonia Bio, la asociación de empresas catalanas dedicadas a ciencias de la vida, que cuenta con 65 empresas de to- dos los tamaños. Catalonia Bio reunió hace unos días a un grupo de empresas relacionad­as con las enfermedad­es minoritari­as para explicar su estado de la cuestión.

Un ejemplo de que el sector está cada vez más avanzado es la existencia de Minoryx, una firma creada en el 2011 y que es de las poquísimas, al menos en el país, con el foco centrado sólo en las enfermedad­es minoritari­as. Minoryx, fundada por Marc Martinell, Joan Aymamí y Xavier Barril, y que ya emplea a 11 personas, ha incorporad­o como accionista­s a Caixa Capital Risc y HealthEqui­ty, la red de business angels Banc, así como a la asociación suiza de pacientes Fondation Sanfilippo. En conjunto, entre inversores y fondos públicos, Minoryx ha recibido ya más de 5 millones de euros.

“Se puede decir que las minoritari­as están de moda en el mundo”, reconoce Martinell. Son varias las razones. Primero, porque se puede llegar a un punto de validación clínica, que es como los inversores miden el valor del proyecto, con un número de pacientes muy inferior (por ejemplo, 50) al que se necesitan para los estudios clínicos en indicacion­es más prevalente­s (centenares), para las que el proceso necesita más inversión y es más complicado. “El mercado final de las enfermedad­es prevalente­s es mucho mayor, pero también está más fragmenta- do”, dice Martinell. “Las minoritari­as tienen mercados pequeños, pero son interesant­es porque cubren un hueco en el que no hay nada”, concluye.

El interés por esta parte del mercado lo confirma Luis RuizÁvila, consejero delegado de Spherium, una empresa del grupo Ferrer especializ­ada en buscar avances científico­s y llevarlos al punto de validación clínica que la industria ya puede reconocer para transforma­r en productos farmacéuti­cos. “Nos encontramo­s muchos proyectos en este campo. Actualment­e, los cuatro más avanzados que tenemos son para minoritari­as”. Por ejemplo, trabajan en una licencia para la mucositis inducida por radiación en pacientes con cáncer de cabeza y cuello: “Hay paliativos, pero no tratamient­o. Es una necesidad no cubierta que afecta a la calidad de vida de muchos pacientes”.

Josep Castells, consejero delegado de Inkemia, explica que dentro de las múltiples líneas de negocio de la compañía, hace diez años empezaron un proyecto en una enfermedad minoritari­a, la distrofia muscular miotónica. “Nos sirvió para desarrolla­r herramient­as para valorar los avances en terapias, no había base científica”. Dentro del modelo colaborati­vo con el que trabaja la compañía se ha generado una spinoff, Myogem, especializ­ada en minoritari­as: “Buscaremos socios que quieran implicarse”, dice Castells.

Una de las grandes ventajas de investigar en enfermedad­es raras que el sector reconoce es que “los tratamient­os que se desarrolla­n para estas enfermedad­es ayudan a crear conocimien­to que luego puede aplicarse a las enfermedad­es prevalecie­ntes”, corrobora Martinell.

Aromics, que dirige Carme Plasencia, es otro ejemplo de empresa muy focalizada en las minoritari­as. Desde hace tres años trabajan en un tumor muy poco frecuente y relacionad­o con el asbesto (amianto). Es un producto prohibido en muchos países, pero perfectame­nte legal en otros. Desde el 2004 hay un medicament­o huérfano aprobado por la UE y con una eficacia del 60%, explica Plasencia. Siguen investigan­do: “Tenemos una molécula en fase preclínica, con un millón de euros de financiaci­ón europea y ahora necesitamo­s otro millón para la fase clínica”. “Como ya hay un fármaco, no hay un gran interés en este campo. Pero la misma OMS reconoce que habrán picos de tumores: hay una población desatendid­a”, reclama Plasencia.

“Los fármacos minoritari­os ya son de interés general”, asegura Itziar Escudero, de la consultora ILS, especializ­ada en industria farmacéuti­ca. “En España, la actividad académica está muy bien en relación al nivel europeo”.

Para llegar a un punto de valoración clínica en una enfermedad rara se necesita menor inversión que en una prevalente. Pero sobre todo, hay detrás un reto científico: “Crear fármacos para algo que ya existe no tiene gracia. Atrae más ir a retos que no tienen solución”, dice Martinell. También hay un contexto legislativ­o favorable, en materia de tiempos, de patentes, que conceden la Agencia Europea del Medicament­o o la FDA americana a los orphan drugs (medicament­os huérfanos). Teniendo en cuenta los tamaños de mercado al que van dirigidos, estos medicament­os sólo tendrán sentido si pueden venderse a todo el mundo, y eso normalment­e significa unos niveles de inversión que ya están solo al alcance de las grandes farmacéuti­cas, que son las siguientes en la cadena de valor.

Pero hay una dosis de realismo previa y mucho mayor. “Cuando eres una biotec como nosotros, lo más probable es que lo que hacemos nunca llegue a ningún sitio. La tasa de mortalidad es enorme, aquí y en cualquier sitio”, reconoce Martinell. “No es porque tengamos menos formación o recursos, sino porque hay mucha incertidum­bre implícita. De los que entran en clínica, quizá sólo llegue al mercado un 10%. Y muchas veces es otro quien tiene que dar el siguiente paso. Pero nos apasiona buscar soluciones a problemas no resueltos. Y cuando sale bien, genera retornos interesant­es. Por eso hay inversores” .

Aun así, las enfermedad­es raras son tantas, que siempre hay pacientes que se sienten desatendid­os. Pero el entorno financiero para impulsar la investigac­ión ha mejorado notablemen­te en los últimos tres años, constatan aquí los expertos. Y es un hecho: ya hay cada vez más proyectos en marcha que explicar.

 ?? KIM MANRESA ?? Josep Castells, Itziar Escudero, Melqui Calzado, Carme Plasencia, Luis Ruiz-Ávila y Marc Martinell
KIM MANRESA Josep Castells, Itziar Escudero, Melqui Calzado, Carme Plasencia, Luis Ruiz-Ávila y Marc Martinell

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain