Yo ya lo había dicho
Este mes se cumplen 10 años desde que el entonces economista-jefe del FMI Raghuram Rajan presentó una ponencia sobre si el desarrollo financiero había convertido el mundo en el lugar con más riesgo. Atreverse incluso a plantear esa pregunta en el 2005 en una conferencia en el emblemático encuentro anual de Jackson Hole –cuyo tema central era debatir el legado de la era Greenspan al frente de la Reserva Federal– suponía ya un atrevimiento. Pero su contenido, expuesto de forma tan políticamente correcta como nítida, supuso una seria advertencia acerca de las fragilidades que se estaban acumulando en el sistema financiero estadounidense y mundial y que en su momento fueron no sólo desatendidas sino despreciadas.
Cuando estalló finalmente la crisis fueron legión quienes se apuntaron al carro de “yo ya lo había advertido”. Pocos de ellos con razón. Y fue Rajan quien, desde el establishment, más alto y claro había lanzado las advertencias que cayeron en saco roto ante los intereses a corto plazo de unos, la complacencia de otros y la pasividad de todos. Rajan explicó con nitidez cómo los cambios tecnológicos, las desregulaciones y un entorno institucional con nuevos actores que evadían y eludían normas derivadas de experiencias de pasadas crisis estaban conduciendo a una situación que se describía gráficamente con esta expresión: “¿Saben ustedes (banqueros e inversores) dónde están realmente sus riesgos?”.
Describe cómo la expansión de la variedad de intermediarios, instrumentos y transacciones financieras puede tener ventajas, pero asimismo conduce a la posibilidad de empeorar las cosas especialmente si los incentivos de quienes toman decisiones están mal diseñados e inducen a asumir
¿Qué hubiera pasado si los avisos del ex economista jefe del FMI en el 2005 hubieran sido atendidos?
muchos más riesgos no sólo de los razonables sino de los que se quieren reconocer. El papel de los tipos de interés artificialmente bajos –un aspecto que vuelve a estar de actualidad– se unía a sistemas retributivos y competencia entre entidades y actores para lanzar al mundo a un apetito por el riesgo que no se supo controlar.
Las interdependencias entre instrumentos y entidades condujeron a elevar un castillo en naipes en el que, bajo apariencia de no poner todos los huevos en la misma cesta, se estaban poniendo todas las cestas en las mismas mesas, que se tambaleaban crecientemente. Interpretar la bonanza previa a la tormenta como coartada para la complacencia fue un error colectivo adicional a las debilitadas gobernanzas institucionales y regulatorias. Rajan tenía toda la razón. Siempre quedará la duda de qué hubiese podido suceder de haber atendido las advertencias de nada menos que el economista jefe de FMI en el 2005, que dejó de serlo a finales del 2006. Lo que es casi peor, algunas de estas cuestiones siguen siendo relevantes en el 2015 y en varios importantes aspectos subsiste la duda de si hemos aprendido las importantes lecciones de fondo.