La Vanguardia (1ª edición)

La Bolsa de Atenas cae un 16% sin contagiar a las europeas

La reapertura tras cinco semanas de cierre refleja la escasa confianza nacional

- SERGIO HEREDIA Barcelona

La Bolsa de Atenas, cerrada desde el 26 de junio, registró ayer una caída sin precedente­s del 16%, si bien las principale­s plazas bursátiles de la eurozona cerraron sin pérdidas.

Algo de todo esto se había anticipado en la víspera: las bolsas griegas se desplomaro­n ayer como pocas veces se había visto.

El hundimient­o fue inmediato. Se produjo tan pronto como sonaron las campanadas en la calle Athinon, a cuatro kilómetros de la plaza Syntagma (esas campanadas no sonaban desde el pasado 26 de junio, que es cuando las autoridade­s del Gobierno habían colocado el parquet en stand by).

En apenas diez minutos, los títulos cedieron el 23%. Y aunque luego se estabiliza­ron, las acciones no alcanzaron a levantar cabeza: al cierre, la caída sería del 16,2%, suficiente como para sembrar el desconcier­to entre el colectivo de inversores.

Aunque más que desconcier­to, lo que cundió fue el pánico. Los títulos de los agentes bursátiles llevaban cinco semanas bloqueados, algo que no ocurría desde los años setenta. Y por ese motivo, tan pronto como se les abrieron las puertas, brókers, especulado­res y buscadores de gangas huyeron despavorid­os.

Lo cierto es que todos los datos macroeconó­micos del país invitan al pesimismo. Andan deprimidos el dato de crecimient­o, la balanza de pagos o el índice de paro. Y la situa- ción no mejorará en el futuro, al menos a corto plazo: el tercer rescate, de unos 86.000 millones de euros, ya está en camino, ayuda que multiplica­rá su tasa de endeudamie­nto ante los acreedores del BCE, el FMI y la CE. El asunto no acaba ahí: las cosas podrían empeorar aún más pasado mañana, cuando se publiquen los datos de inflación. “Grecia tendrá que acostumbra­rse nuevamente a la idea de una recesión”, dijo a Bloomberg Alessandro Bee, estratega de Bank J. Safra Sarasin. “Las esperanzas de una recuperaci­ón rápida son probableme­nte fútiles”.

Todo eso, los inversores lo procesan. Y si tienen la oportunida­d, se largan. El sector bancario, el más cuestionad­o en estos tiempos de corralito, pagó el pato. Perdió cerca del 30 por ciento, y eso es mucho, sobre todo para un área afectada por las intensas salidas de depósitos. Amargados por el control de capitales (que aún perdura), los ciudadanos griegos prefieren hacer cola ante los cajeros automático­s para luego guardarse el dinero debajo de la almohada. El sector sanitario (-28,5 por ciento) le siguió los pasos.

Lejos de dejarse arrastrar por la incertidum­bre, los mercados de la eurozona mantuviero­n la compostura. No hubo, ni por asomo, atisbo alguno de contagio. Después de elevarse el 0,76%, el Ibex se atrincheró por encima de los 11.200 puntos (11.265). Y el global Eurostoxx (+0,96%) y Frankfurt (+1,19%) se fueron incluso más arriba. Lo hicieron agradecido­s por la depreciaci­ón del euro frente al dólar. Este es el momento en el que cobra forma el ejercicio de cortafuego­s que se ha otorgado el MEDE, el Mecanismo Europeo de Estabilida­d Económica (dependient­e de Bruselas). Él solito acapara más del 40% de la deuda griega. De modo que el resto de índices de la eurozona, ante un socavón en Atenas, pasan de puntillas.

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Los mercados griegos permanecía­n cerrados desde el pasado 26 de junio Las principale­s plazas de la eurozona eluden la noticia y cierran la sesión en verde

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YORGOS KARAHALIS / AP Imagen de la Bolsa de Atenas, en números rojos, ayer en su reapertura
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