La Vanguardia (1ª edición)

Dudo, luego existo

El 27-S, los unos y los otros harían bien de no obviar a los indecisos, básicament­e porque podrían decidirse

- David González

Pese al esfuerzo de los filósofos de la diferencia –Deleuze, Foucault, Derrida, Butler– o de los neopragmat­istas –Rorty–, hace 2.500 años que estructura­mos nuestra manera de pensar en base a dicotomías binarias: positivo/negativo (que diría Van Gaal), negro/blanco (en castizo, al pan pan y al vino vino), masculino/femenino (¿y qué hacemos con los demás?), reforma o ruptura (¿y si al final nos quedamos como estamos?). No hay manera de pensar de otra manera, y, sin embargo, lo ambiguo, lo interstici­al, el ni sí ni no, el no sabe/no contesta, lo indetermin­ado, el afuera, eso otro, tritura todas las certezas. Las certezas: esas seguridade­s que siempre lo son a posteriori, aunque el peso del prejuicio imponga la ley de lo (pretendida­mente) inapelable.

Yendo al aquí y ahora: ¿Qué pasa con las ciudadanos y ciudadanos que no están ni por el sí ni por el no a la independen­cia? ¿Hasta qué punto va a ser determinan­te en el 27-S el papel de los indecisos ante el envite del president Mas y los partidos y entidades soberanist­as y la cerrazón del Gobierno y demás poderes del Estado a plantear alternativ­as?

Después de la no-consulta del 9-N, en la que votaron 2,3 millones de personas, de los que 1,8 millones lo hicieron por el doble sí, los partidos independen­tistas cifraron en 500.000 votos más los necesarios para un resultado sin discusión. Se trataba de sumar a la causa a los indecisos, a los diferentes, esos otros que, no siendo hostiles a lo que decida la mayoría, dudan sobre si embarcarse o no a Ítaca. Ahora se trata –y esa es una de las claves de la lista unitaria Junts pel Sí– de movilizar a los propios de manera que se den las mínimas fugas. Sin matices. Así, pronto empezarán las apelacione­s de los líderes de Junts pel Sí al voto útil: los destinatar­ios serán los partidario­s de la CUP y los que, aún siendo independen­tistas, anteponen el redentoris­mo de izquierdas a todo lo demás. Por el medio campo, el PSC y Unió se van a disputar la bandera de lo razonable, mientras que el PP y C’s van a entrar en un combate cuerpo a cuerpo por abanderar el no.

Legalmente ordinarias como todas, tal y como ayer las convocó el president Mas, políticame­nte plebiscita­rias o menos –sospecho que lo serán en función del resultado, lo que les decía de las certezas, que siempre son a posteriori aunque siempre parezca lo contrario–, las del 27-S, digo, son unas elecciones. Luego hay que ganarlas. Pero además, cuando se plantean a blanco o negro, como es el caso, casi no hay lugar a los matices. Y, sin embargo, la duda existe. Dudo, luego existo, que diría el gran Descartes.

Los unos y los otros harían bien de no obviar a los indecisos, básicament­e porque podrían decidirse. Los del sí, deberían aclararles lo más que puedan por qué deberían votar sí; los de no, lo contrario y los de en medio, a dónde vamos. Y todos harían bien de atender a las razones de su indecisión. De su diferencia, aunque sólo sea porque son decisivos.

El 27-S, los unos y los otros harían bien de no obviar a los indecisos, básicament­e porque podrían decidirse

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